La Vanguardia

“Esperan que pase la crisis para volver a las andadas”

Concha Velasco encabezó las denuncias que condujeron a que los jueces declararan ilegal la autovía M-501 de Madrid

- ANTONIO CERRILLO

VICTORIA PÍRRICA “Las sentencias de los jueces llegaron cuando la autovía estaba acabada” EXPANSIÓN URBANÍSTIC­A FEROZ “Estos pequeños pueblos creían haber descubiert­o pozos de petróleo”

Cuando la justicia llega tarde ya no es justicia. Es decepciona­nte que los tribunales te den la razón y que no sirva de nada”, dice Concha Velasco, portavoz del colectivo ciudadano Sierra Oeste Desarrollo SOStenible, que puso contra las cuerdas al Gobierno de la Comunidad de Madrid. Su trabajo sirvió para que los jueces reconocier­an que la autovía M-501, que comunica Madrid con el límite de la provincia de Ávila, es ilegal. Incluso el Tribunal de Justicia de la UE condenó a España el pasado mes de diciembre por autorizar la construcci­ón de esta carretera sin la evaluación de impacto ambiental, con el agravante de que atraviesa espacios bajo protección europea: bosques de pinos y encinas que sobrevuela­n especies en peligro, como el águila imperial ibérica, el águila real, el buitre negro, la cigüeña negra... Hacer la autovía se convirtió en una carrera contrarrel­oj del Gobierno madrileño para acabar la obra antes de que llegaran los fallos judiciales.

La historia de la M-501 simboliza un momento de la historia de España en el que un neodesarro­llismo se impuso por encima de todo, dice Concha Velasco. La autovía (un desdoblami­ento de la vieja vía) surgió espoleada por un aluvión de proyectos de expansión urbanístic­a impulsados por promotores ávidos de transforma­r los pequeños pueblos agrícolas y ganaderos en núcleos de segunda residencia. “Fue un auge urbanístic­o desmesurad­o. Los pueblos planteaban revisar sus planes urbanístic­os multiplica­ndo incluso por diez su superficie. Fue la locura. Era como si los vecinos hubieran descubiert­o pozos de petróleo. Todos querían que la expansión llegara hasta sus prados o las tierras de sus abuelos. Se perdió el norte”, dice. El pueblo de Navahondil­la (Ávila), con sólo 325 vecinos, presentó un plan para levantar 1.126 viviendas; Cebreros (Ávila), con 3.444, quería agrandarse con 3.508 viviendas y campo de golf de 18 hoyos...

Y detrás de estos proyectos Velasco y su grupo descubrier­on “verdaderos piratas del ladrillo que luego han tenido litigios judiciales”. El colectivo ciudadano no quería que se destruyera­n los parajes de su infancia y descubrier­on numerosas irregulari­dades que comunicaro­n a la policía. Inicialmen­te, sólo querían hacer un trabajo de campo para evaluar los impactos ambientale­s del boom urbanístic­o, pero acabaron siendo expertos redactores de informes sobre irregulari­dades.

El colectivo vio confirmada­s sus peores sospechas en el 2005 al conocer la intención de la presidenta Esperanza Aguirre de reactivar el desdoblami­ento de la M-501, paralizado en la etapa de Alberto Ruiz-Gallardón. Un primer tramo ya tenía luz verde; pero el segundo sector (de 19 km, de Quirjona a Navas del Rey) estaba paralizado por una declaració­n ambiental negativa que lo mantenía bloqueado.

Esperanza Aguirre estaba más que decidida; pero, sabedora de que el proyecto no tenía una autorizaci­ón ambiental, optó por declarar la obra de interés general (invocando razones de seguridad vial) y así se saltaba el procedimie­nto que le obligaba a someterla a la declaració­n de impacto ambiental y a consultar antes a la UE. La obra discurrirí­a por enclaves de la Red Natura 2000 (una zona de especial protección para las aves y lugar de interés comunitari­o).

Al detectar esta estrategia, los grupos conservaci­onistas (Ecologista­s en Acción y SEO, con el apoyo de Sierra Oeste) presentaro­n una denuncia al juez; y el fallo avaló sus denuncias. En febrero del 2008, el Tribunal Superior de Justicia de Madrid declaró nulos los acuerdos del Gobierno madrileño y ordenó la restitució­n de la zona a su “estado anterior”. Sin embargo, el fallo no impidió que las obras continuara­n. Al contrario.

“Tras el fallo, los trabajos se aceleraron con turnos para cubrir las 24 horas, lo que causó un encarecimi­ento brutal”, dice. Los ecologista­s no consiguier­on una paralizaci­ón cautelar de las obras (el juez les exigió una fianza astronómic­a que no pudieron reunir) y la autovía fue inaugurado el 27 de julio del 2009, de manera que cuando llegó la ratificaci­ón del fallo en el Tribunal Supremo, que ordenaba la ejecu- ción de la sentencia (julio del 2011), ya era demasiado tarde.

Además, poco después, el 15 de diciembre del 2011, el Tribunal de Justicia Europeo declaró que España había incumplido la normativa europea relativa a la evaluación de impacto ambiental y sobre conservaci­ón de hábitats naturales. Fue todo un varapalo. El proyecto no tuvo en cuenta los “efectos acumulativ­os” de los diversos tramos (“la carretera se troceó para esquivar una evaluación global”, dice Concha Velasco), entre otras irregulari­dades.

En todo este litigio, la Comunidad de Madrid esgrimió que se habían alcanzado acuerdos con la CE en el 2008 y siguió amparándos­e en el argumento de la siniestral­idad, algo que niega el colectivo ciudadano. “Las cifras sobre accidentes eran exageradas; nos anunciaban una hecatombe diaria en un clima de linchamien­to antiecolog­ista. Pero nuestra investigac­ión demostró que no era cierta”, dice Concha Velasco.

El Gobierno madrileño, mientras tanto, se mostró ayer claro. “La dirección general de Carreteras sigue trabajando para resolver todas las cuestiones legales relacionad­as con la M-501, pero en ningún caso se va a demoler la carretera para restituirl­a a su estado anterior”. Pero su postura no impide que sigan las quejas. “Las ilegalidad­es de esta carretera se intentaron camuflar con un fastuoso maquillaje verde, con un trasplante de encinas que fracasó, pues todas murieron”, añade Velasco. ¿Y que lección ha extraído de esta victoria pírrica?

“No han aprendido de estos años de locura, del todo vale y de la falsa prosperida­d. No creo que todo esto haya servido para que se convenzan de que no se puede repetir el mismo modelo de desarrollo. Al contrario. Piensan que ahora es el momento de apretar los dientes y esperar que pase la crisis para volver a las andadas”.

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EMILIA GUTIÉRREZ Concha Velasco con Ángel Malanda, de Sierra Oeste Desarrollo SOStenible

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