Ellos o nosotros
El conflicto generacional entre los nacidos en democracia y las generaciones anteriores ya no se puede disimular más. Y no es sólo una cuestión de cómo ves las cosas en varias etapas de la vida. La clave es ésta: para la última generación educada íntegramente bajo el franquismo, y que vivió la transición a los 20 años, es decir, para la generación que hoy manda, la justicia es equivalente al equilibrio. Un poco de poder para este sector, un poco de poder para aquel otro sector, y aquí paz y después gloria. No es verdad que no haya meritocracia, el problema es qué se entiende por mérito. En Catalunya, el mérito más importante es conseguir no molestar absolutamente a nadie. Si lo haces, eres un genio. ¿Se han fijado en que cuando hay un apretón de manos, a menudo se acompaña de una ligera reverencia con la cabeza? La obsesión por el consenso, la corruptela bajo mano, el feudalismo cultural y universitario, y la ausencia flagrante de cualquier forma civilizada de crítica pública, son algunos de los hits de esta cultura.
En cambio, para las generaciones educadas en democracia, la justicia es la defensa de aquello que está bien, y punto; y por eso nos cuesta más ceder. Sostenemos la extraña creencia de que si quieres algo, si lo encuentras justo y si no matas a nadie, no hay ninguna razón para no perseguirlo hasta las últimas consecuencias, y conseguirlo. En fin, teóricamente la democracia no es un sistema en que haya que estar de acuerdo. Discrepar frontalmente y no ser un marginado, that’s all, folks. “Qui dia passa, any empeny” es el resumen moral de una cultura que nos da asco. En todos los frentes, el nacional, el social e incluso el moral, estamos a punto
El uso indocumentado de la obra de Bauman era sólo consecuencia de no haberlo leído o entendido
para el conflicto. Ni la más remota idea de dónde puede acabar todo esto, pero sospecho que preferimos ser responsables de la derrota antes que súbditos de equilibrios ajenos.
Habrán notado que a las generaciones anteriores les encanta citar a Bauman. Y les encanta decir que los que subimos somos gente líquida, hecha de amores líquidos, compromisos líquidos y cerebros líquidos. Durante mucho tiempo he pensado que el uso indocumentado de la obra de Bauman era sólo consecuencia de no haberlo leído mucho, o de no haberlo entendido. En este país es típico esto de citar a un autor que no se ha leído. Más típico todavía es no leer, pero eso es otro tema. Esta caricatura es la proyección de la propia frustración, un ejercicio de nostalgia. Sólo hay que mirar la obra de los escritores de mi generación: nadie se quiere pasar la vida defendiendo obviedades infructuosamente sólo porque el equilibrio actual no permite avanzar más, nadie quiere escoger entre moderarse cobrando, o escoger como una persona normal pero viviendo como uno desplazado. Nadie quiere volver a leer un obituario como el de Gore Vidal, y sus frases cáusticas tan celebradas, y pensar que aquí no le hubieran publicado ni un libro, ni un artículo, ni un aforismo. Y queremos ganar.