La Vanguardia

Una actriz subestimad­a

- Lluís Bonet Mojica

En cierta ocasión dijo: “Existe un futuro, y no puedo esperar a que llegue”. Como actriz nunca tuvo el presente que se merecía, pero Marilyn Monroe es un mito que permanece en el imaginario colectivo. A su amigo y confidente Truman Capote le comentó: “Los perros no me muerden. Sólo los seres humanos”. La mayoría de ellos difícilmen­te entraban en la condición de seres humanos y los mandamases de Hollywood valoraron más su cuerpo que sus dotes interpreta­tivas.

Pasea, se sienta, enciende un cigarrillo y mira a la cámara. El 26 de agosto de 1946 filmaba esta prueba para la Fox, que le extien- de un modesto contrato. Ejercerá de figurante, pero en 1949 los productore­s quieren a la rubia más sensual de Hollywood como adorno en una escena de Amor en conserva, al lado de Groucho Marx. Empieza a destacar al año siguiente gracias a La jungla de asfalto, de John Huston, que once años más tarde volverá a dirigirla en Vidas rebeldes, que oficialmen­te cierra la filmografí­a de Marilyn.

Tras otro paso fugaz por la mítica Eva al desnudo, interviene en Clash by night, de Fritz Lang. En una rueda de prensa celebrada durante el rodaje, los reporteros chillaban: “No queremos hablar con Barbara (Stanwyck), sino con la chica de las tetas grandes”. El talento que le negaban ya puede percibirse en Niágara y Río sin retorno. Gana popularida­d con musicales como Los caballeros las prefieren rubias y Billy Wilder la dirige en La tentación vive arriba.

Pero en la industria era considerad­a una belleza decorativa. Sólo sería reconocida por personalid­ades como Elia Kazan o Jean-Paul Sartre, autor de un primer guión para Freud, pasión secreta, que la quería como protagonis­ta femenina. También pasó desapercib­ida su espléndida labor en Bus Stop y en Con faldas y a lo loco, otra inmensa comedia de Wilder. Recienteme­nte se estrenó Mi semana con Marilyn, donde una notable Michelle Williams recreaba la figura de Monroe durante la filmación en 1957 de El príncipe y la corista.

Estaba rota cuando trabajó en Vidas rebeldes, película rodada al lado de otros dos inminentes cadáveres: Clark Gable y Montgomery Clift. Su mejor título era el original: The misfits (los inadaptado­s). Marilyn Monroe es una actriz por descubrir.

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AP Esplendor y caída. Marilyn, la primera vez que lució el vestido de La tentación vive arriba (1954); a la derecha, la noticia de su muerte (1962)
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