La Vanguardia

Dibaba oscurece la luna

La etíope exhibe un final demoledor y una extrema inteligenc­ia para repetir triunfo en los 10.000 metros

- NOELIA ROMÁN

Alas diez de la noche de ayer, cuando la noche cubría el Estadio Olímpico, la luna llena se escondió para dejar brillar a Tirunesh Dibaba, la mejor y más elegante fondista del mundo. A esa hora, entre el rugido atronador del público, el diminuto cuerpo de la atleta etíope cruzó como una exhalación la meta, directo a su segundo oro olímpico consecutiv­o en los 10.000 metros. Cuatro años después de Pekín, Dibaba sigue siendo la más rápida y la más inteligent­e. La ya bicampeona olímpica de la distancia reservó su mejor actuación de la temporada para el día que repartía la mayor gloria. Corrió los diez kilómetros en 30m20s75, casi cuatro segundos más rápida de lo que lo había hecho en Eugene (30m24s39), su pico este curso. Tras ella, durante seis largos segundos, unos 30 metros, no apareció nadie. Hasta que la keniana Jepkosgei Kipyego cruzó la línea, echando casi la bilis, en su estéril y agónica lucha por atrapar a la gacela etíope y por ganarle la mano a su compatriot­a Jepkemoi Cheruiyot, bronce olímpico.

A sus 27 años, y pese a los problemas físicos que había acumulado, Dibaba se presentó en Londres a defender su título olímpico con un rostro más maduro, pero las mismas armas que la han convertido en la mejor fondista de los últimos años: un sprint final demoledor y una extrema inteligenc­ia para gestionar la carrera. Ayer, como casi siempre, las africanas, etíopes y kenianas, no empezaron su baile hasta pasado el 5.000, cuando Werknesh Kidane se decidió a tomar la cabeza del grupo. La etíope, cuarta a la postre, tiró del grupo durante dos kilómetros, aceleró el ritmo para soltar lastre y, cuando ya había limpiado la delantera, dejó que las dos kenianas cayeran en la trampa de Dibaba, que apenas dio ningún relevo. La bicampeo- na olímpica se mantuvo pegada a Kipyego y Cheruiyot, vigilando sus movimiento­s y sus acelerones, marcando su terreno. Consciente­s de la amenaza, las kenianas revolucion­aron sus piernas. Y Dibaba las siguió. Hasta entrada la penúltima vuelta al estadio.

Fue entonces cuando, sorteando a las atletas dobladas, la etíope comenzó a acelerar. Y cada vez más. Y más. Como una gacela. En busca de un nuevo oro, Dibaba corrió la última vuelta sola en 1m01s. Con Kipyego y Cheruiyot a más de 30 metros de distancia, protagoniz­ando también sus mejores registros de siempre pero insuficien­tes para atrapar a la

D O B L E C A M P E O N A O L Í M P I C A En la guerra entre Etiopía y Kenia por dominar el fondo, la favorita batió a Kipyego y Cheruiyot S P R I N T D E 4 0 0 M E T R O S Aceleró y cada vez más, como una gacela, para correr la última vuelta sola y en 1m01s

excelsa Dibaba, que, en la guerra entre Etiopía y Kenia por dominar el fondo, dio una nueva victoria a su país.

Tampoco hubo sorpresas, aunque por apenas tres centímetro­s, en la final de peso masculino, una auténtica lucha de titanes. Entre lo mejor de lo mejor de la especialid­ad, el polaco Tomasz Majewski consiguió repetir su oro de Pekín con un lanzamient­o que se alargó 21,89 metros. El alemán David Storl, vigente campeón mundial, no pudo pasar de los 21,86 metros y se tuvo que conformar con la plata. Como los grandes campeones, Majewski realizó su mejor lanzamient­o de la temporada para convertirs­e en bicampeón olímpico. La marca supuso, además, 38 centímetro­s más que la que le dio el oro en los anteriores Juegos. El bronce fue para el estadounid­ense y excampeón mundial Reese Hoffa.

 ?? OLIVIER MORIN / AFP ?? La etíope Tirunesh Dibaba se impuso a dos atletas de Kenia, Sally Kipyego y Vivian Cheruiyot
OLIVIER MORIN / AFP La etíope Tirunesh Dibaba se impuso a dos atletas de Kenia, Sally Kipyego y Vivian Cheruiyot
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