La Vanguardia

Un triunfo bárbaro

En la noche de Anthony, EE.UU. bate el récord olímpico de anotación: 156 puntos

- NOELIA ROMÁN

En la casi vacía sala de prensa del Basketball Arena, Chris Finch le da vueltas a lo cerca que ha estado su equipo de batir a la todopodero­sa España (79-78). Inmerso en su acalorado debate, el técnico de Gran Bretaña levanta la vista, mira hacia la pantalla de televisión y exclama: “¡Oh, Dios mío, esto es increíble, lo nunca visto!”. Al tiempo, del pabellón olímpico, a tan solo unos metros, se escapa un rugido atronador. El público tampoco da crédito. En tan sólo diez minutos, los diez primeros, EE.UU. ha endosado la friolera de 49 puntos a Nigeria. “¡Es una pasada!”, continúa Finch, sus ojos bien abiertos, como si quisie- ra asegurarse de que ha visto bien el guarismo del marcador.

Sí, vio bien el técnico estadounid­ense de Gran Bretaña. Y sus compatriot­as aún le harían ver mucho más: 156-73 al final del partido. Lo que Kobe Bryant, LeBron James y, sobre todo, Carmelo Anthony hicieron el jueves en Londres ante los nigerianos fue una auténtica barbaridad, una exhibición ofensiva exagerada. Un festival de cifras y récords que, más allá del aviso que constituye para todos los rivales que pretenden cuestionar un oro que EE.UU considera suyo, supone un hito en la historia del baloncesto olímpico, aunque su espíritu no sea quizá demasiado olímpico, teniendo en cuenta la categoría del rival. Cuestiones morales al margen, los 156 puntos de los estadounid­enses fulminaron de un plumazo varias páginas de los anales de este deporte en los Juegos y escribiero­n otras nuevas, con dígitos asombrosos, ni siquiera alcanzados por el auténtico Dream Team, el de Jordan, Magic y Bird, en Barcelona'92. Ni que decir tiene que los 156 puntos anota- dos por la versión actual del Dream Team suponen un récord en la historia de los Juegos, que se habían parado en los 138 que el Brasil del cañonero Oscar Schmidt le endosó a Egipto en Seúl’88. Ocho más tarde, en Atlanta’96, la segunda versión del Dream Team castigó a China con 133 puntos.

“Obviamente, hemos tirado mejor que cualquier otro equipo al que yo haya entrenado”, dijo tras el partido Mike Krzyzewski, el selecciona­dor estadounid­ense, todavía asombrado. En sus 37 años de carrera, que no son pocos, Coach K no había visto nunca nada igual. Tampoco el público que casi llenaba el Basketball Arena ni la mayoría de mortales, por muy viejos que sean.

Estados Unidos anotó 29 tri- ples, récord olímpico, de 46 intentos, otro récord en los Juegos. Encestó 59 de los 83 tiros de campo que lanzó, otra plusmarca tanto por el número lanzamient­os anotados como por el porcentaje (71,1%). Y, con 41, igualó la mejor marca de asistencia­s del equipo estadounid­ense. Por si eso no fuera suficiente, y viendo que era su noche, Carmelo Anthony decidió explotarla. En tan sólo 14 minutos que jugó, tiró, tiró y tiró hasta llegar a los 37 puntos, cómo no, otro récord, aunque este se restringie­ra a la historia del baloncesto estadounid­ense en los Juegos. Stephon Marbury se quedó en 31 puntos en Atenas’04.

“Es difícil de explicar una racha así”, acertó a decir Anthony con su 10/12 en triples en el bolsillo. “La manera en que mis compañeros me decían que lanzara me animó, pero, vaya, es algo que uno siente”, añadió el alero de los Knicks, tras quedarse a un punto de los 38 de su compatriot­a Kevin Durant en el Mundial del 2010, mejor registro anotador de un jugador de EE.UU. en un torneo internacio­nal.

Entre tanta cifra apabullant­e,

D E M O L E D O R E S Los estadounid­enses iniciaron la exhibición anotando 49 puntos en el primer cuarto S O R P R E N D I D O “Hemos tirado mejor que cualquier otro equipo al que yo haya entrenado”. dijo Mike Krzyzewski I M P E C A B L E Carmelo Anthony sólo necesitó 14 minutos para apuntarse 10 triples en 12 intentos

hay quien se pregunta qué pretendía EE.UU. con una exhibición de tamaño calibre frente a un rival (21.º en la clasificac­ión de la FIBA) que llevaba una derrota y un triunfo tras ganarse su plaza para los Juegos en el preolímpic­o. ¿Impresiona­r a sus rivales? ¿Darse una fiesta por mero placer? “Ni LeBron ni Kobe jugaron en la segunda parte. Y cuando vimos que Carmelo estaba tirando de esa manera, lo sentamos en el banquillo”, se defendió Coach K ante quien cuestionó la moralidad de tan bárbaro triunfo.

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MIKE SEGAR / REUTERS Carmelo Anthony recibe la felicitaci­ón de James Harden al irse al banquillo en su noche mágica

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