Mucho más que ‘cheerleaders’
Un grupo de ucranianas roba protagonismo a Lebron James, Kobe Bryant o Carmelo Anthony
obar protagonismo a LeBron James, Kobe Bryant o Carmelo Anthony durante un partido de baloncesto es casi misión imposible. Que se sepa, sólo lo consiguen las Red Foxes (la traducción española de zorras rojas resulta demasiado vulgar), un grupo de monumentales cheerleaders ucranianas que se gana muy bien la vida proporcionando espectáculo en partidos de la NBA, campeonatos de fútbol y baloncesto, desfiles de modelos y galas de cine y televisión.
REn el mundo de las cheerleaders también hay categorías, y las doce rubias de largas melenas y piernas y cinturas finísimas conocidas como las Red Foxes son la auténtica Premier League. Ya alegraron con sus números de danza moderna los Juegos de Atenas y Pekín, y ahora constituyen una de las sensaciones no deportivas de Londres 2012. Cada vez que bailan en la cancha de baloncesto, cuando un entrenador pide tiempo, la pista se viene abajo.
Las Red Foxes son un producto del nuevo espíritu empresarial que apareció en Rusia y Ucrania con la llegada del capitalismo. Tras estudiar Finanzas en la Universidad de Kíev, su fundadora, Elena Rozkova, vio negocio en convertir a gimnastas artísticas en cheerleaders, haciéndolas interpretar un repertorio de más de dos centenares de piezas breves que combinan la agilidad, el ritmo y una coreografía moderna. Viajan por el planeta con un vestuario –la marca de la casa son los pantalones de cuero largos y unos tops plateados– que pesa casi una tonelada.
Sin minusvalorar en absoluto las bellezas de otros tonos y colores, ser rubia y llevar el pelo largo es condición sine qua non para ser aceptada en el grupo. El otro requisito es tener un tipo esbelto, con una altura en torno a 1,75 metros, y un peso de entre 55 y 60 kilos, las proporciones ideales según Rozkova, que es la que manda. Algo de razón debe tener, porque le llueven las ofertas.
El nombre, mucho más digno en inglés y en ucraniano que en castellano, está inspirado en la agilidad, rapidez e inteligencia del zorro, y en que el rojo es –dice Rozkova– el color del amor.
L A S ‘ R E D F O X E S ’ Elena Rozkova, su fundadora, vio negocio en convertir a gimnastas artísticas en animadoras
En cualquier caso, los amoríos entre las cheerleaders y jugadores de la NBA son legendarios, aunque todas las integrantes firman un contrato comprometiéndose a mantener “relaciones exclusivamente profesionales” con los ba- loncestistas. Más de una de esas “relaciones profesionales” ha acabado en matrimonio e hijos.
Sus once años de historia –el grupo fue fundado en el 2001– están llenos de éxitos, pero también de algún pequeño escándalo. Los organizadores del Mundial de baloncesto del 2010 las contrataron para encandilar a los espectadores, pero el gobierno
R E Q U I S I T O S I M P R E S C I N D I B L E S Ser rubia y llevar el pelo largo es condición sine qua non para ser aceptada en el grupo A S C E N S O I M P A R A B L E Eran animadoras del CSKA, y luego pasaron a la Euroliga, la NBA y los Juegos Olímpicos
turco prohibió que actuaran en los partidos que jugaba la selección nacional porque su atuendo y sus números de baile iban “en contra de la modestia y de los principios del Corán”, y porque se consideró inapropiado que el presidente Erdogan y otros dignatarios admiraran sus esqueletos.
Las Red Foxes iniciaron su ascenso hacia la celebridad internacional como animadoras del CSKA de Moscú y en partidos de la liga rusa. El paisaje local se les quedó en seguida pequeño y pasaron a la Euroliga, los campeonatos internacionales de baloncesto, los Juegos y la NBA, donde han ganado varios concursos como las mejores cheerleaders y se han impuesto a las rivales estadounidenses de los Lakers, Bulls o Miami Heat.
Un mate de LeBron, un gancho de Gasol, una canasta de tres puntos de Bryant, un tapón de Ibaka o una asistencia de Stockton dejan a los aficionados con la boca abierta. También la gracia de Kurchevskaya, los movimientos sensuales de Telysheva o el ritmo de Zvereva. Para algunos es aún más impresionante.