La valentía del alcalde Trias
Me sorprendieron las palabras de nuestro alcalde, el señor Xavier Trias. Quizás por no conocerlo personalmente y tender a etiquetarlo como nos gusta hacer en estos momentos a todos los políticos. Me refiero a la valoración que hizo de la actitud del Barcelona respecto a la Supercopa de Catalunya. No se cortó un pelo, para algunos, influidos por su sentimiento, aun fue demasiado blando; para otros, también influidos por sus sentimientos, se metió donde no debía.
Cuántas veces he oído la cancioncilla de que los políticos que tenemos son muy malos y viven cautivos del voto. Es decir, se supone que no actúan de manera responsable, ya que si lo hicieran seguramente presentarían unas perspectivas menos halagüeñas y los votantes les castigarían quitándoles su confianza. Si yo prometo un pabellón deportivo maravilloso me votará todo el mundo, si en cambio digo que eso no es posible porque generaría una deuda insostenible, no me votará ni Dios. Por lo tanto, la conclusión debería ser que tenemos los políticos que los votantes decidimos tener y que además actúan según su inmadurez.
Xavier Trias fue valiente y puso el dedo en la llaga. No sé si eso le puede suponer un castigo en futuras elecciones, esperemos que el grado de madurez de sus votantes sea el que debería. Pero lo cierto es que el Barcelona, que se considera més que un club por sus vínculos con Catalunya –hasta el punto en que parece imposible poder gritar “visca el Barça” sin inmediatamente decir “i visca Catalunya”–, ninguneaba la competición más importante que se disputa en nuestro país. Que me disculpen los aficionados culés que crean ese axioma, ya que yo me acerco mucho más a la teoría de mi admirado Bañeres, que ratificó en un formidable artículo que el Barcelona se fue autodenominando més que un club en la medida en que como entidad deportiva no ganaba nada. Pero cuando un club se convierte en una multinacional del deporte, admirada en todo el mundo por los títulos y por el estilo, uno prefiere ser multinacional a hacer país.
Que nadie piense que pretendo con este artículo, por mi condición perica, aprovecharme de las circunstancias. Porque les voy a ser sincero y reconozco que si el Espanyol se encontrara en la misma situación deportiva que el Barcelona, con mil frentes abiertos, su consejo de administración actuaría de igual manera. Mi reflexión no va por ahí. Lo sucedido me preocupa porque tal como dice el señor Trias, esta actitud tiene muy poco de patriota. Y me pregunto si resulta que los catalanes, llegados el momento clave, cuando hay que escoger entre dos opciones, una que se refiere a nuestra esencia y que sólo viviremos en la intimidad, y otra que nos otorgue un reconocimiento mundial y que afecta al dinero, siempre optaremos por la segunda. Si es así seremos terriblemente infelices. Intentando ser aquello que difícilmente alcanzaremos, ilusionándonos con posibilidades remotas que sólo pueden generar amargura seremos el eterno pueblo emprenyat.
Por eso mi felicitación al señor Xavier Trias por su valentía y por dar caña. Hágalo por favor siempre que lo crea oportuno. Por favor, no sea displicente con los votantes y si cree que en algún momento debe aleccionarnos, hágalo. Piense que Pep Guardiola lo ha hecho durante varios años y casi lo
Si preferimos el dinero a nuestra esencia, no dejaremos de ser un pueblo ‘emprenyat’
nombran mesías de Catalunya. El señor Trias sabe que si queremos ser algo más necesitaremos ser valientes, ya que muchas cosas deberán ponerse en juego. Puede tal vez que eso le lleve a perder unas futuras elecciones, pero entonces podrá quedarse con la formidable sensación del deber cumplido y con la sencilla reflexión de que una ciudad que te castiga por no manifestar lo que gusta oír no merece el esfuerzo de ser gobernada.