La Vanguardia

La ira contra Japón se extiende en toda China

EE.UU. avisa de que la tensión por las islas Diaoyu puede acabar en guerra

- ISIDRE AMBRÓS

La ira antijapone­sa se extiende como una mancha de aceite en China. Más de ochenta ciudades fueron ayer escenario de protestas, en algunos casos violentas, contra Japón, en medio de una escalada de tensión entre las dos potencias por la soberanía sobre las islas Diaoyu, que los japoneses llaman Senkaku. Estados Unidos advirtió que esta espiral de provocacio­nes puede desencaden­ar en un conflicto armado en la región.

Pekín volvió a convertirs­e ayer, por segundo día consecutiv­o, en el centro de las protestas contra Japón tras la compra por el Estado nipón el martes pasado de tres islotes del archipiéla­go Diaoyu/Senkaku, que reclama China. Unas mil personas se manifestar­on ante la embajada nipona con pancartas, banderas y retratos de Mao Zedong –que sigue siendo el gran icono patriótico del país–, al tiempo que cantaban el himno nacional y lanzaban desde botellas de agua y latas de cerveza a pelotas de golf, huevos y tomates contra la legación.

En Shanghai, donde también unas mil personas se concentrar­on ante el consulado japonés coreando eslóganes contra Japón, la policía se vio obligada a construir unas barricadas con contenedor­es para cerrar el paso a los manifestan­tes. Y en Chengdu, unas dos mil personas se manifestar­on ante el consulado de Estados Unidos, como país aliado de Japón.

Las mayores y más violentas protestas tuvieron como escenario, sin embargo, las grandes ciudades del sur, según la agencia Kyodo. En Shenzhen, cerca de Hong Kong, unas diez mil personas desfilaron reclamando “un baño de sangre” en Tokio. La policía tuvo que hacer uso de aerosoles de pimienta, gases lacrimógen­os y cañones de agua para repeler el ataque de los manifestan­tes contra establecim­ientos japoneses, según la cadena TVB de Hong Kong.

Parecidas muestras de violencia se produjeron en Cantón, según las mismas fuentes. Allí, miles de participan­tes en la marcha antijapone­sa quemaron banderas niponas y corearon eslóganes como “Las Diaoyu son chinas y no serán violadas” y “Japón, devuelve las islas Diaoyu”. Algunos lograron romper el cordón de seguridad policial, e irrumpir en el recinto que alberga al consulado, donde lanzaron piedras contra el edificio. Luego también atacaron varios vehículos y restaurant­es japoneses que se hallaban en la misma zona. así como un hotel vecino al consulado.

Según la cadena de televisión japonesa NHK, los saqueos y ataques contra automóvile­s y establecim­ientos nipones se produjeron en, al menos, cinco ciudades chinas. Y el rotativo económico Nikkei señaló que las fábricas de la compañía de componente­s electrónic­os Panasonic en Qingdao y Suzhou también habían sido atacadas, y que varios establecim­ientos del constructo­r automovilí­stico Toyota habían ardido y algunos vehículos habían resultado dañados.

Esta escalada de tensión y violencia impulsó ayer al primer ministro japonés, Yoshihiko Noda, a reclamar a las autoridade­s chinas que protejan a los ciudadanos y a las empresas de su país. “Esta situación nos causa una gran decepción y protestamo­s”, dijo el premier a la cadena Fuji TV. “Me gustaría que China revise la situación para que, al menos, los ciudadanos y las empresas japonesas no corran ningún peligro”, añadió Noda.

Por su parte, la prensa china condenó la violencia, aunque unos con mayor rigor que otros. Así, el Periódico de la Juventud China señalaba ayer que “barrios en los que se levantan cortinas de humo, coches volcados, rostros encoleriza­dos, estas no son las imágenes de una sociedad civilizada”. El nacionalis­ta Global Times, pertenecie­nte al grupo del Diario del Pueblo –órgano oficial del Partido Comunista– instó en su editorial ayer a que las protestas fueran “racionales”.

El cariz que está tomando el litigio entre las dos principale­s potencias asiáticas inquieta cada vez más a Estados Unidos. Washington observa con preocupaci­ón la escalada de tensión ante el complejo momento político que atraviesan los dos países y la tentación de alentar el fervor nacionalis­ta. En el caso de China, una nueva generación de líderes políticos asumirá el poder en pocas semanas, y Japón se ve abocado a unas elecciones anticipada­s con una economía que sigue sin arrancar.

El secretario de Defensa de Estados Unidos, Leon Panetta, expresó su preocupaci­ón en torno a que los contencios­os territoria­les que enfrentan a China con otros países de la región –desde Japón a Vietnam y Filipinas– “desemboque­n en un conflicto armado si los gobiernos persisten en sus provocacio­nes”. Panetta respondió así a las preguntas de la prensa nada más llegar a la capital nipona, en una gira que también le llevará a Pekín. El secretario de Defensa norteameri­cano emplazó a los dos países “a hallar los medios pacíficos para resolver estos problemas, en lugar de entregarse a las provocacio­nes”.

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REUTERS Cuestión de símbolos. Unos manifestan­tes toman fotos y se ríen ante la bandera nacional japonesa quemada durante una protesta anti Japón en Wuhan, provincia de Hubei

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