Las protestas frenan pero EE.UU. se prepara para más inestabilidad
Washington se mantiene alerta y protege sus embajadas ante posibles ataques
Detenciones en El Cairo y retirada del personal de las tareas norteamericanas en Túnez y Sudán La Casa Blanca sostiene que el detonante es el vídeo sobre Mahoma, y no el antiamericanismo
La erupción antiamericana en el norte de África y Oriente Medio parece controlada, pero la Administración Obama se mantiene en alerta ante la posibilidad de nuevas protestas en los próximos días y semanas.
Los asaltos inesperados a sedes diplomáticas de Estados Unidos, bajo el pretexto aparente de un vídeo de producción norteamericana que hacía burla de Mahoma, confrontan a la superpotencia con las consecuencias menos amables de la primavera árabe, que el presidente Barack Obama respaldó en algunos países y frenó en otros. Y auguran, según fuentes norteamericanas citadas por el diario The New York Times, un periodo de inestabilidad en la región.
En Egipto, los principales grupos islamistas llamaron a la calma el sábado y la policía detuvo a 220 personas, informa la agencia Bloomberg. Libia anunció la detención de medio centenar de personas por el asalto al consulado de EE.UU. en Bengasi, que costó la vida al embajador Christopher Stevens y otros tres norteamericanos. Washington ha enviado marines a Libia y Yemen, que también fue escenario de disturbios. Y EE.UU. ha evacuado al personal no imprescindible de sus misiones diplomáticas en Túnez y Sudán. Más protestas anti- americanas tuvieron lugar ayer en Turquía y Pakistán, informa Reuters, pero en número e intensidad fueron más modestas que las que ocurrieron entre el martes y el viernes.
“Parecería que la violencia que pensábamos que podría tener lugar se ha estabilizado”, dijo el se- cretario de Defensa, Leon Panetta, a los periodistas que le acompañaban en un avión rumbo a Asia. “Dicho esto, debemos seguir muy vigilantes porque es probable que estas manifestaciones sigan durante los próximos días, si no durante más tiempo”.
La Casa Blanca sostiene que los recientes asaltos a embajadas son una respuesta al vídeo que se burla de Mahoma, y niegan que tengan nada que ver con sentimientos antiamericanos o contra la política exterior de EE.UU.
Pero la ola de protestas obliga a EE.UU. y a su opinión pública a revisar algunas ideas. Empezando por lo más práctico: ¿están protegidos los diplomáticos norteamericanos en el mundo musulmán? ¿se encuentran en condiciones de desempeñar sin trabas sus funciones?
La imprevisión del asalto a Bengasi –por primera vez desde 1979, EE.UU. perdió a un embajador en un acto violento– y la des- protección del edificio, en un día sensible como el 11-S, plantean interrogantes. También los plantea la crisis de confianza que las protestas han provocado entre Washington y los nuevos gobiernos –democráticos e inexpertos– a los que EE.UU. respaldó en la primavera árabe. ¿Pueden los norte- americanos confiar en que protegerán sus misiones diplomáticas? ¿En que no se repetirá un asalto y toma de rehenes como la que ocurrió en el Teherán revolucionario en 1979? El fantasma de Teherán –usado como prueba de la debilidad del presidente Jimmy Carter ante la ola islamista de los setenta– planea sobre esta crisis.
Egipto es, a los ojos de Washington, el eslabón débil. Obama dudó unos días antes de aceptar, en el invierno del 2011, la caída de Hosni Mubarak, aliado fiel de EE.UU. y considerado aquí un pilar de la aparente estabilidad de Oriente Medio. Después apoyó el cambio con decisión.
Mohamed Morsi, el nuevo presidente islamista, ha preservado el acuerdo de paz con Israel. Pero su reacción titubeante, esta semana, ante el asalto a la embajada de EE.UU. en El Cairo, ha incomodado al presidente Obama.
“Los pueblos de Egipto, Libia, Yemen y Túnez no cambiaron la tiranía de un dictador por la tiranía de la turba”, dijo el viernes la secretaria de Estado, Hillary Clinton, en la ceremonia para recibir, en la base de Andrews, cerca de Washington, los cadáveres de los cuatro muertos en Bengasi.
Las imágenes de manifestantes airados contra EE.UU. cuestionan la idea de que, con Obama, el antiamericanismo retrocedería. El presidente George W. Bush no logró democratizar Oriente Medio a golpe de bombas en Iraq. La democracia llegó más tarde, con las revueltas del 2011, pero las turbulencias de esta semana abren el debate: ¿responde la primavera árabe a los intereses de EE.UU.? ¿Ha mejorado la posición de este país en la región? ¿se equivocó Obama al intervenir en Libia y abandonar a Mubarak? En campaña electoral, son preguntas relevantes.