Alfredo, quiérenos tú un poco...
En la Festa de la Rosa, cuando el líder del PSOE acaba su mitin, siempre hay un porcentaje de seguidores que se da media vuelta y regresa a las mesas de la pineda de Gavà a dar cuenta de las butifarras a la brasa. Así que el primer secretario del PSC, sea quien sea, se queda con dos palmos de narices. Ayer le volvió a pasar a Pere Navarro. Quizá porque al líder del PSC de turno siempre le toca hablar a las dos de la tarde, cuando el estómago y el olor de las viandas en plena cocción se confabulan en su contra, o probablemente, porque una parte no va a aplaudirle a él.
Los que se quedaron pudieron oír cómo Navarro le pedía, con cierto candor o excesiva buena fe, a Rubalcaba que pregonara el federalismo fuera de Catalunya, que figura en el programa, pero luego desaparece como por ensalmo. Algo debía intuir Navarro del poco interés de Rubalcaba por la fórmula puesto que le recordó una definición: “Federalismo es unidad desde la libertad de los pueblos”. Y suplicó: “Para que el federalismo avance en Catalunya, tiene que avanzar en el resto de España”. Pobre Pere Navarro... ¡Fue como predicar en el desierto! Rubalcaba, en todo su discurso, no pronunció la palabra federalismo ni una vez (igual que Mas, que evita hablar de independencia) porque en el fondo cree que con unos retoques por aquí y por allá, el edificio queda listo para unos años más...
Por mucho que se empeñó en marcar distancias con Rajoy, Rubalcaba tampoco ha entendido lo que ha pasado en Catalunya en los últimos años y, menos, el Onze de Setembre. Ayer vino a decir que entre Rajoy y Mas han montado este embrollo, así que ellos se las compongan para arreglar- lo. Como si él fuera protagonista de una de las crónicas de Bradbury y acabara de aterrizar en Marte. Si acaso, se erigió en valedor del Estatut –previo recorte– y de la financiación –tras extenuantes negociaciones–, que ahora admite que “es mejorable”.
El análisis de Rubalcaba sobre la manifestación independentista arroja un error de apreciación profundo: en su opinión, es un reflejo más de la crisis. De ser así, significaría que, cuando empecemos a salir del hoyo, ese sentimiento separatista se desinflará como si nada hubiera pasado. Error. Siempre es arriesgado generalizar, pero la mayor parte de los manifestantes procedían de una clase media que sufre la crisis, por supuesto, pero no en situación desesperada.
La decantación independentista de CiU parece haber libe- rado psicológicamente al PSC: ya puede definirse como “no independentista”. Algo es algo. Lo del federalismo es un subterfugio estéril para no caer en el mismo saco que el PP. Pero si en el lado del nacionalismo han caído algunos tabúes dialécticos, lo cierto es que hablar de federalismo a estas alturas, con lo que ha llovido, da algo de risa.
El PSC está atrapado entre disputarle el voto al PP, repescar a los que se quedaron en casa la última vez y convencer al PSOE de que no le ponga palos en las ruedas. Si Montilla le dijo a Zapatero lo de “José Luis, te queremos, pero queremos más a Catalunya”, Navarro, con otras palabras, le vino a decir a Rubalcaba: Alfredo, te queremos, pero quiérenos tú también un poco, anda...