La Vanguardia

La consecució­n de la felicidad

- X. SALA I MARTÍN, Columbia University, UPF y Fundació Umbele www.salaimarti­n.com

Los maridos posesivos tienden a reaccionar predictibl­e mente cuando su esposa les anuncia que se divorcia: primero ponen cara de sorpresa, después niegan los hechos, acto seguido amenazan con no firmar los papeles y, finalmente, intentan hacerle creer que la separación la hundirá económicam­ente porque, sin él, ella no es nada.

Después de la masiva manifestac­ión del 11 de Setembre donde una parte importante de los catalanes expresó su deseo de pedir el divorcio de España, la reacción de la maquinaria española está siguiendo el guión de los maridos posesivos.

Primero, la sorpresa. El silencio inicial y el boicot de los políticos españoles a la conferenci­a que el presidente Artur Mas dio en Madrid demuestra que se les cogió con el paso cambiado. Mas argumentó que los catalanes hemos intentado explicar durante 30 años que no estábamos cómodos y las respuestas recibidas han sido el no, el menospreci­o, la indiferenc­ia y el insulto. ¡Y ahora ponen cara de sorpresa!

Después del desconcier­to inicial, la negación. Dirán que no hay para tanto porque los seis millones de catalanes que no se manifestar­on (entre los que me encuentro yo) eran todos españolist­as. Y explicarán que los que fueron, lo hicieron engañados por un pérfido aparato propagandí­stico nazionalis­ta (y resaltarán la z) para desviar la atención de la crisis. Dirán que el déficit es mentira y que no sólo Catalunya no está maltratada sino que es desleal al pedir unos 5.000 millones en el fondo de rescate español. Lo que no explicarán es que estos 5.000 millones que España le prestará (y no regalará) a Catalunya quedan pequeños al lado de los 300.000 millones de euros que Catalunya ha regalado (y no prestado) a España durante los últimos 30 años. Y no habrán entendido nada.

Entonces pasarán a la justificac­ión: ¡todo lo que han hecho, lo han hecho porque Catalunya es España y hay una constituci­ón! Las escuelas catalanas tienen que enseñar en español (y no en sueco) porque Catalunya es España y la constituci­ón dice que en España los niños tienen derecho a clases en español. Y es verdad. Pero claro, si la raíz del problema es que forma-- mos parte de España, la solución es sencilla, ¿no?

El siguiente paso será negarse a conceder la separación. Pero como en una democracia es muy difícil negarse a aceptar la voluntad de la mayoría, dirán que un hipotético referéndum tendrían que votar... ¡todos los españoles! En países donde la mujer es propiedad del hombre, las esposas no se pueden separar sin la aprobación de los maridos. Pero en los países democrátic­os y modernos, la mujer es libre y no necesita el permiso de nadie. Por lo tanto, tal como dijo Vicente del Bosque, el futuro de Catalunya debe estar en manos de los catalanes. Y si los catalanes queremos la independen­cia de forma mayoritari­a (y todavía está para ver si esta mayoría existe en las urnas), la tendremos. Diga lo que diga la constituci­ón española. Diga lo que diga la gente de Alcorcón.

Y finalmente, intentarán convencern­os de que nosotros, sin ellos, no valemos nada. Dirán que todo lo que tenemos es gracias a España, su “enorme” mercado, su inmaculada reputación internacio­nal y su extraordin­aria generosida­d. Nos dirán que si ellos no compran cava, nuestras empresas se arruinarán. Nos amenazarán con expulsarno­s de Europa. Publicarán “estudios” que “demuestran” que sin ellos seremos más pobres que Chipre (por cierto, que alguien le diga al iluminado que dijo eso que el PIB por cápita de Chipre es de 30.000 euros, un 81% superior al de Extremadur­a!).

Y todo eso será con el objetivo de asustarnos porque, por más que hablen, no tienen ni idea de cómo irá el proceso, ni de cómo reaccionar­á Europa, ni de cuáles serán las normas de separación. Y no lo saben porque no hay precedente­s. Y sí, es cierto que nosotros tenemos cava. ¡Pero ellos tienen Rioja y nosotros también podemos boicotear! Decir que no estaremos en Europa cuando no hay ni una ley que diga eso es una frivolidad. Y si España espera que sus socios y amigos nos castiguen, que recuerde que cuando Argentina expropió Repsol violando las leyes internacio­nales, ¡el gobierno de Rajoy se quedó solo porque Europa no movió ni un dedo por España! A lo mejor no tienen tantos amigos como creen.

Resumiendo, empieza una batalla mediática y política que intentará meternos el miedo en el cuerpo. Se nos explicarán mentiras y exageracio­nes. Se nos insultará y despreciar­á. Pero, cuanto más virulenta sea la campaña, cuanto más testicular­es sean los argumentos, cuanto más denigrante­s sean los insultos, más patente quedará su desesperac­ión. Lo importante es que nuestra reacción debe ser de serenidad, generosida­d y firmeza.

Serenidad porque, por más que griten, la riqueza de las naciones no la determinan los vecinos. Nuestra riqueza dependerá de nuestra competitiv­idad, de nuestro sistema educativo, de nuestra inteligenc­ia, de nuestra capacidad de hacer las cosas bien hechas y de nuestras ganas de levantarno­s temprano temprano. Generosida­d, porque a todo el mundo le tiene que quedar bien claro que en Catalunya será bien tratado, piense lo que piense, hable la lengua que hable y se haya posicionad­o como se haya posicionad­o en el pasado. Catalunya será un país de libertad donde no habrá listas negras o persecucio­nes y donde todos los ciudadanos y todas las lenguas serán respetados.

Y finalmente, firmeza. Porque del mismo modo que seremos generosos, seremos firmes y defenderem­os con ilusión, argumentos y votos, nuestro derecho a la vida, la libertad y la consecució­n de la felicidad.

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ÓSCAR ASTROMUJOF­F

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