Barcelona, según Itziar González
La exedil ‘restaura’ la obra de Cirici
Itziar González Virós vuelve a sentirse “plenamente activa” en política gracias a su colaboración con los movimientos sociales y vecinales. Reaparece públicamente tres años después de tirar la toalla, harta del desgaste físico y emocional al que la sometieron quienes, por activa o por pasiva, desde dentro y desde fuera del Ayuntamiento de Barcelona, se opusieron a que una “utópica” y “naif” –como algunos llegaron a definirla–, una ave de paso atípica en el universo viciado de la política de partidos, se atreviera a remover las ciénagas de una Ciutat Vella entregada a la banalización, a la tematización turística, a unos intereses económicos poco claros que ignoran premeditadamente que en este escenario de postal todavía hay vecinos.
La exconcejal presentará mañana, en la capilla de Santa Ágata de la plaza del Rei, junto al concejal de Cultura, Jaume Ciurana, la minuciosa “restauración” que ha hecho de Barcelona
pam a pam (editorial Comanegra), la obra de Alexandre Cirici que, en 1971, y a partir de la relectura que el autor hizo de la guía Barcelona (1952), descubrió la ciudad, su historia, su patrimonio artístico y cultural a los barceloneses y a sus visitantes. Un libro que, según explica Itziar González en una conversación mantenida en el bar El Pi –el lugar donde, en 1936, vio la luz el PSUC–, se convirtió en una de las hojas de ruta de la transformación de la ciudad capitaneada por Pasqual Maragall y su equipo de colaboradores.
“Trabajé por Barcelona tres años como concejal (de junio de 2007 a abril de 2010) y el fruto del cuarto año es este libro. Me ha reconciliado con el trabajo por la ciudad”, señala Itziar González. A la revisión del original de Cirici, ha incorporado un anexo en el que, a partir de la descripción y el comentario de los cambios urbanísticos de las últimas décadas, da rienda suelta a ese espíritu crítico que la ha caracterizado desde que, al terminar sus estudios de Arquitectura, hizo juramento de renunciar a la obra nueva y de fidelidad a la rehabilitación. Sólo se contiene –por respeto al proceso judicial– al abordar el “saqueo” del Palau de la Música y el intento de construcción de un hotel contra el que batalló del lado de los vecinos que consiguieron frenar el proyecto. A ellos, ejem- plo de un nuevo asociacionismo revitalizado en el que tienen cabida también los movimientos sociales, rinde homenaje la autora en las páginas del anexo, que ha titulado Per no perdre peu.
“Ser ciudadano –dice González Virós a La Vanguardia– pasa por conocer la historia de la ciudad y por reconocer el valor de la construcción colectiva y de la cultura. Si la administración deja que la ciudad se convierta sólo en un espacio de ocio, en un parque temático, pierde la oportunidad de que la gente se identifique con ella”.
En la obra, expresa su preocupación por la excesiva repercusión de la actividad hotelera y los apartamentos turísticos tiene en la vida de Ciutat Vella y el Eixample. Echa en falta un giro del empresariado del sector, un plus de responsabilidad social hacia los vecinos que permita, por ejemplo, la creación de una zona logística de distribución de carga y descarga, con vehículos eléctricos, que minimice el impacto en el territorio, las molestias a los vecinos, La exconcejal niega sentir antipatía por el turista. Lo que le molesta es “la fractura que se produce entre el día y la noche” en un territorio sobreocupa-
La autora mantiene su discurso crítico con el excesivo impacto del turismo en Ciutat Vella
dos por la actividad turística, las redes de prostitución, de tráfico de droga, el alcohol, que acaban asociándose a este fenómeno. Por ello se ilusionó el Onze de Setembre cuando centenares de miles de catalanes tomaron las calles del centro de la ciudad. Más allá de la reivindicación nacionalista –y de la demanda de un Estado propio que “tendría que ser un buen Estado, con justicia social”– vio en esa manifestación la reivindicación, con todos los acentos del catalán, de las calles como espacio público. Tal como Cirici quería.