La Vanguardia

Goles de emperador

Adriano impulsa al Barça con dos tantos en dos partidos

- A. LÓPEZ

No iba de farol Adriano Correia cuando en agosto aseguró encontrars­e en el mejor momento de su carrera. Habituado al anonimato, con el pa

pel de se- cundario asumido y con la incorporac­ión de Jordi Alba amenazando todavía más su protagonis­mo, el brasileño, de 27 años, ha dado un golpe de teatro a su carrera al comienzo de su tercera temporada como azulgrana. Vilanova le ha concedido minutos y él los ha rentabiliz­ado a más no poder. Dos goles vitales en sus dos aparicione­s en la Liga denotan el imperial estado de forma de un jugador que no se resigna a perpetuars­e en la sombra.

Adriano hizo lo más difícil en Getafe, abrir la lata, en una jugada que compendió las cualidades que está exhibiendo el lateral en este comienzo de curso: capacidad de sacrificio, adaptación al modelo e inteligenc­ia táctica para amoldarse a las necesidade­s de cada momento. En el Coliseum se recorrió todo el campo en un contraataq­ue hasta remachar en el área pequeña una pelota que sin su carrera entusiasta no habría encontrado un rematador. Ahí hizo honor al apodo de Moto con el que se le conoce en Brasil.

Con Alba como titular en los dos primeros partidos, Adriano no debutó hasta la tercera jornada de Liga. Jugó de inicio contra el Valencia y propició la victoria mínima azulgrana con un tanto espectacul­ar, un trallazo desde el vértice del área a la salida de un córner que perforó la escuadra de Diego Alves. Es- peso y equlibrado, el duelo se encaminaba hacia el empate.

En este sentido, es difícil imaginar la situación del Barcelona en la Liga sin la aportación del discreto Adriano, que fue fichado por su polivalenc­ia –ha jugado en todas las líneas– y ahora ha despertado su capacidad resolutiva. El brasileño sólo había firmado una diana con el Barça en Liga, la temporada pasada en Gijón, donde ejerció como sorpresa táctica en la plaza de extremo. Siempre por la izquierda, aunque es diestro de origen. A los 8 años se lesionó en la pierna buena y su padre le animó a practicar con la zurda, con la que ha progresado hasta la élite. Con el talento y también con el compromiso. “Yo, cuando juego, lo pongo todo en el campo. La técnica es importante, pero cuando a uno no le salen las cosas bien no hay que olvidarse de la jugada, sino que hay que poner el corazón y dejarse la piel en el campo”, explicó a La Vanguardia poco después de su llegada al Barcelona, el primer equipo al que se enfrentó en la Liga, con nulo éxito. Su Sevilla cayó 0-4.

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