La Vanguardia

Tratamient­o de shock

El equipo de Mourinho protagoniz­a el peor arranque liguero de los últimos once años

- CARLOS NOVO

Las malas noticias se acumulan en el Real Madrid. El peor arranque liguero en once años ha hecho olvidar muy pronto la alegría de la Supercopa y el equipo anda sumido ahora mismo en una crisis de juego y resultados sorprenden­te para la calidad de la plantilla y la trayectori­a exhibida la temporada anterior. Mientras en la zona noble del club el mensaje que se da es el mismo con el que se abordó la supuesta tristeza profesiona­l de Cristiano –tranquilid­ad, no entrar en el debate y dejar que el tiempo cure las heridas–, también quedó claro en el Pizjuán la receta que prepara Mourinho para enderezar la nave: látigo y mano dura.

Los jugadores acogieron de muy mala gana la reprimenda pública del entrenador. Más si cabe en una entidad que durante muchos años tuvo a gala lavar los trapos sucios en la trastienda. Por eso las palabras de Sergio Ramos, el segundo capitán y uno de los hombres con más peso en el vestuario: “Es raro que el míster se haya puesto tan duro cuando sólo llevamos cuatro partidos”.

El Madrid volvió ayer por la tarde a los entrenamie­ntos a puerta cerrada y con la vista puesta en el debut en la Champions mañana en el Bernabeu ante el Manchester City. No hubo declaracio­nes y sí mucha charla entre técnico y jugadores. El problema para los futbolista­s es que no acaban de dar con el diagnóstic­o. No entienden qué les pasa. No aciertan a comprender el origen del mal juego, pero en cualquier caso reniegan de las acusacione­s de falta de compromiso que alegó Mourinho en Sevilla.

El técnico, que ya había abroncado a sus jugadores tras el partido con el Granada, no dejó títere con cabeza tras la nueva derrota en Sevilla. “Nuestro problema tiene que ver con un estado de espíritu. Logro salvar a dos o tres cabezas, que son las que no piensan como el resto. Son pocas las cabezas comprometi­das y concentrad­as en que el fútbol es lo prioritari­o. Ahora mismo, no tengo equipo. No hay mentalidad para sufrir. Cambié a dos en el descanso, pero si hubiera podido, hubiera cambiado a siete. Soy el entrenador y la responsabi­lidad es mía”.

Florentino Pérez y sus directi- vos asistieron atónitos en el palco a este fusilamien­to dialéctico de sus jugadores por el técnico al que más poder han dado en la historia del Madrid. Sólo Emilio Butragueño salió al paso: “No hemos perdido por un tema de actitud. El equipo ha querido ganar en todo momento, pero ellos se han defendido bien y no hemos estado acertados de cara al gol”. Y terminó con una frase sonrojante: “No merecimos perder”.

De puertas para adentro el club plantea dos explicacio­nes para entender este desastroso comienzo: la principal es que el equipo ha perdido el poderío físico de la pasada campaña y sin esa punta de velocidad el fútbol directo que practica se vuelve previsible y fácil de contrarres­tar. La segunda hipótesis es aún más perniciosa. Algunos directivos creen con Mourinho que muchos de los jugadores han perdido el hambre de victorias que arrastraba­n tras tres años de dominio azulgrana. Por vía indirecta de nuevo Guardiola sale muy reforzado al haber encontrado el método de mantener el nivel competitiv­o tan alto y tanto tiempo después de ganar tantos títulos.

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CRISTINA QUICLER / AFP Sergio Ramos y Pepe protestan de manera airada en un lance del partido del Sánchez Pizjuán

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