Mal menor entre la locura
El Espanyol, que ganaba por 2-0, acabó dando por bueno su primer punto
Ganaba por 2-0 en el descanso y por 3-2 en el minuto 81, pero al final el Espanyol tuvo que darse por satisfecho con sumar su primer puntito en cuatro jornadas de Liga. Fue un partido de locura, en el que los blanquiazules, de menos a más entonces, merecieron la ventaja del primer tiempo, pero en el segundo sufrieron enormemente ante un rival transformado por la aparición de Ibai Gómez y Fernando Llorente. Todo ello aderezado con el esperpéntico arbitraje de Pérez Montero, que se llevó por delante a Longo, Pochettino y Toni Jiménez.
Debe de ser una combinación de desfondamiento físico y debilidad psicológica, y se le puede añadir una pizca de infortunio, pero cuando a un equipo le sucede lo mismo, con leves matizaciones, en todos los partidos que ha disputado en la Liga no hay duda de que se enfrenta a un problema que urge resolver, pues de lo contrario se irá retroalimentando a cada jornada que pase sin poder amarrar los tres puntos. Y, para complicarlo un poco más, resulta que se han cambiado las tornas: ahora el equipo marca goles, pero los encaja con suma facilidad.
Se enfrentaban los dos equipos más goleados en esta Liga y el partido demostró que no es por casualidad. La defensa del Athletic suponía un doble suicidio: la formaban sólo tres jugadores y la salida del balón dejaba muchísimo que desear.
En el Espanyol, sorpresa en la alineación. El teórico doble pivote lo formaban dos jugadores de clara vocación defensiva: Víctor Sánchez y Forlín. Este perseguía a Muniain en el duelo más áspero de la matinal. Tampoco estuvo mal el de Amorebieta con Longo.
En la práctica, sin embargo, el esquema españolista era más ofensivo de lo que apuntaba el papel, porque Verdú estuvo a menudo a la misma altura que los dos delanteros y a veces incluso por delante. Esto fue sobre todo en la segunda parte, cuando al cerebro blanquiazul empezaron a fallarle las fuerzas. Y bien que lo acusó el equipo, porque antes había sido una vez más una pieza decisiva para ponerse en ventaja, primero sirviendo el 1-0 a Javi López tras la mejor jugada colectiva del encuentro y luego poniendo el 2-0.
Entre uno y otro gol hubo un cabezazo al larguero (28) del peligrosísimo Aduriz (¿jugarán los dos juntos cuando el imprescindible Fernando Llorente vuelva a ser titular?) y también (41) una ocasión clarísima de Longo, que se fue de su marcador tras un gran pase vertical de Rui Fonte y, ya en el área, superó también a Iraizoz, pero con un toque demasiado largo que le impidió volver a tocar la pelota antes de que se escapara fuera junto al poste.
El jovencísimo (21 años) delantero italiano hizo cosas muy interesantes. Es combativo, se revuelve bien para aprovechar su envergadura y mira siempre a portería. Lleva dos goles en dos partidos, cuenta que no podrá aumentar el sábado porque, en un choque con numerosas tarascadas, se fue a la calle por dos pecados tan graves como ponerse delante de un rival que sacó una falta a muchos metros de donde se había producido y subir un peldaño de la valla para celebrar con la afición el tanto que acababa de marcar.
Entre el 2-0 del descanso y aquel 3-2 habían ocurrido muchas cosas, todas negativas para el Espanyol. La primera, la aparición de Ibai Gómez, que creó mucho peligro. Sacó la falta del 2-1 y el córner (60) para otro cabezazo de Aduriz que Rui Fonte salvó ba-
jo palos, jugada que acabó el propio Ibai con un fuerte disparo que desvió Cristian Álvarez.
Los locales, incapaces de cubrir los muchos espacios que se estaba creando, sufrieron entonces de verdad, y más cuando Llorente empató en el primer balón que tocó. Se veía venir el 2-3, evitado por un paradón de Álvarez (73) en remate a bocajarro de Ibai –otra vez él– y por un mal centro de Susaeta (74) al que un error de cálculo de Wakaso, nada más situarse de lateral al sustituir Tejera a Capdevila, había dado todas las ventajas. Sí las aprovechó para dar el centro del 3-3 cuando Víctor Álvarez, en su segundo partido con el primer equipo, año y medio después del primero, cometió idéntico fallo que su compañero en el enésimo balón largo de un equipo que tras un pésimo primer tiempo mejoró lo suficiente para ganarse un empate justo a cuenta de la inconsistencia blanquiazul.