Scopelli, Novoa, Pochettino
El técnico argentino iguala el peor arranque liguero del equipo; ninguno de sus predecesores acabó la temporada
Era difícil que Mauricio Pochettino superase un nuevo hito en la historia del españolismo. Sin prácticamente canteranos que hacer debutar en Primera tras la nueva política posibilista del filial y con José Emilio Santamaría aún a 80 partidos como técnico más longevo del club, al actual míster españolista sólo le quedaba esta temporada alcanzar a Javier Clemente o igualar el registro negativo de otros dos técnicos históricos del club, Alejandro Scopelli y José Manuel Díaz Novoa, y de un tercero que pasó sin pena ni gloria por Montjuïc: Juande Ramos. Como ellos, ayer Pochettino igualó el peor arranque liguero del Espanyol, tres derrotas y un empate que, como en esas otras tres ocasiones, hunden al equipo en la zona de descenso.
Por más que les avalase su recorrido en el club, como ahora avala al míster hispano-argentino, o su trayectoria profesional, ninguno de los tres predecesores de Pochettino lograron acabar esa temporada y sólo Scopelli volvió años después a sentarse en el banquillo españolista.
Un mal arranque liguero como el actual acabó con el histórico ciclo del Espanyol del oxígeno, el equipo que de la mano de Scopelli y tras enchufarse a las bombonas de O2 antes de los partidos firmó una racha de 11 encuentros sin conocer la derrota. O con el millonario proyecto de Julio Pardo en su última temporada como presidente, que acabó abocando al equipo a Segunda en la temporada 92-93. O con el efímero paso de Juande Ramos por el banquillo blanquiazul, que llegó al Espanyol para hacer olvidar a Paco Flores y poner al equipo en Europa –como había hecho con el recién ascendido Betis una temporada antes– y sólo estuvo cinco partidos al frente del equipo, entonces de Montjuïc.
Pochettino puede tener el mismo o incluso más crédito que ellos con el club y la afición, por su trayectoria como jugador y como técnico de la temporada del milagro. Aunque un mal resultado en el Benito Villamarín el sábado que viene, cuando ni siquiera podrá sentarse en el banquillo a causa de la expulsión de ayer, podría dejarlo tocado. “No puedo pensar en lo que pase después del partido ante el Athletic si no conseguimos un buen resultado”, decía en la previa del partido. “Ya que no he- mos podido sumar en casa los tres puntos tendremos que tratar de sumarlos ante el Betis”, afirmó tras el empate de ayer.
Pochettino no se siente amenazado. Porque la Liga acaba de empezar, porque el equipo practica un buen juego aunque acabe hundiéndose y, sobre todo, porque no tiene relevo. El poder que ha asumido en la institución es tal que si vienen mal dadas el club tendría un serio problema para relevarlo, más allá de las dificultades económicas que comportaría.
“Es urgente que ganemos solidez defensiva y aprendamos a mantener el tipo con el marcador a favor, y eso sólo se consigue trabajando –apuntó el técnico ayer mirando al futuro–. Si sumamos los minutos que hemos ido por delante en estas cuatro jornadas son alrededor del 80%. Ésta es la línea, vamos en un camino ascendente”. Sevilla le dará o quitará la razón en cinco días.