Una dómina en campaña

Al césar lo que es del césar: en tiempos de Aznar, el PP fue el primer partido en situar a una pléyade de mujeres en la cima. Destacan hoy por su alta vara Cospedal, Botella y Sáenz de Santamaría. Sin olvidar a las Rudi, Barberá, Camacho, la reservista Aguirre… Cada una de ellas tiene su personalidad, aunque no son pocas las que hacen honor al tópico: la española, cuando manda, manda de verdad. Algunas son fuertes y tenaces: Barberá, Camacho. Otras, como Sáenz de Santamaría, tienen un talento excepcional. Otras se muestran distantes. Regias. Recuerdan a las dóminas del sado, tan de moda ahora con el novelón de Grey. Cospedal es líder de las gélidas, pero en Barcelona le ha salido una competidora. Los apellidos de María de los Llanos de Luna evocan vibraciones románticas, aunque su porte hierático, las cejas disgustadas y el rictus displicente sugieren lo contrario: una persistente incomodidad con lo que la rodea. Hubo un tiempo en que los gobernadores también estaban siempre enfadados. Prohibían manifestaciones, pisoteaban la libertad, multaban y encarcelaban. En un país en el que los alcaldes decretan, con cargo al erario, que el metro amplíe su horario para que la gente asista al fútbol, Llanos de Luna pretende condenar a unos alcaldes por fletar unos trenes que, financiados por los usuarios, facilitaron el desplazamiento a una manifestación legal. Una añeja intolerancia vincula a viejos gobernadores de bigote recortado y esta abogada del Estado de entallados trajes y glamurosas mechas. El agua busca siempre su río.