La Vanguardia

Arroz tres delicias

- Pilar Rahola

Si el debate hubiera sido un partido de tenis, Pere Navarro habría sido el recogepelo­tas. A pesar de sus esfuerzos por tirar un revés, sólo ha conseguido algún drive a la red. Distante, disperso y poco dado al dribling dialéctico, especialme­nte cuando la apisonador­a Camacho le pasaba por encima. De los tres, ha sido el menos eficaz, y ha mostrado sus carencias para un debate de esta naturaleza. En el polo opuesto estaba doña Alicia, que ha conseguido ser tan pesada como el ruido insistente de una obra cercana. No paraba de hablar y su sonsonete se oía incluso cuando callaba. A pesar de ser una buen debatiente, Camacho ha sido hoy tan invasiva que su pesadez ha restado eficacia a su natural derroche de retórica. Hoy ha sido su peor enemigo. En el centro de todo centro, tanto físico como ideológico, Artur Mas se ha sentido cómodo, ha dejado que sus compañeros se enzarzaran en peleas de patio de escuela, no ha interrumpi­do a nadie y ha puesto cara de circunstan­cias cuando los otros lo avasallaba­n, y siempre ha dado la imagen de presidente. Siendo, además, el único que respondía a las preguntas ni evasivas, también ha parecido el más creíble. El partido, sin duda, lo ha ganado de carrerilla, a uno por ausencia y a la otra por sobrecarga. Ha sido el hombre tranquilo, entre el ruido estridente de Camacho y el danzante titubeo de Navarro.

En las cuestiones de fondo, poco fondo. Mas no ha conseguido que sus adversario­s respondier­an a una pregunta sencilla: si estaban de acuerdo en consultar al pueblo. Han dado vueltas por la galaxia, han bailado jotas, se han ido de paseo con el diccionari­o y ni Navarro ni Camacho han sido capaces de dar un simple sí o no. O sea, que no.

Primer round para Mas. Después han venido la independen­cia, y ahí los dos han jugado con el ogro europeo, ahondando en el discurso del miedo. El segundo round ha caído con facilidad: Mas sólo ha tenido que repartir ilusión y sentido común. Y a la tercera sobre economía, los papeles se han repartido un poco más, con un Navarro que ha conseguido sus momentos más notorios. Pero Camacho le ha tirado la mochila del tripartito a la cabeza, y se le ha aca- bado la alegría. Si en algún momento ha habido tablas, ha sido aquí, aunque Navarro no llevaba bien aprendidos los números, a Camacho la desmentía el incumplimi­ento de Madrid y Mas aprovechab­a las debilidade­s de ambos. Y se ha acabado con el minuto final, donde los tres han vendido el pescado con acierto.

Entremedio, algunas actitudes de niña respondona de Camacho a Navarro, con más espectácul­o que sustancia. Pero lo mejor ha sido el tema estrella, que ha brillado por su ausencia. Nadie ha dicho nada de El Mundo y sus cloacas, como si no hubiera existido un intento de cargarse la campaña electoral. Extraño, porque los Montoro y las Chacón hablan todos los días, pero parece que sus homólogos catalanes viven en otro planeta. ¿Se habrán hecho independen­tistas? Y el debate ha acabado como ha empezado, con mucho brío periodísti­co y cada cual bien retratado.

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PEDRO MADUEÑO Mas, Sánchez-Camacho y Navarro se sitúan en sus puestos en el plató de 8tv
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