La importancia del 25-N
El domingo tenemos que defender un derecho fundamental. Un derecho que parece indiscutible pero que está en peligro; que nadie niega en teoría pero sí en la práctica: el derecho de una parte de la población a no estar sometida a la otra. A ser independiente, sin temer represalias que pongan en peligro su misma existencia… El próximo domingo, 25 de noviembre, es el día internacional Contra la Violencia de Género.
También es el día en que elegiremos un nuevo Parlament de Catalunya. ¿Y qué es lo que se ha debatido durante la campaña? Sobre todo una cosa: si es o no justa la actual relación entre Catalunya y el resto de España, especialmente en lo económico. Pregunta a la cual no parece haber una respuesta clara, ni siquiera en lo que concierne a las cifras más básicas. Alfons López Tena, diputado de Solidaritat per la Independència, asegura que el Estado obtiene de Catalunya 42.000 millones más de los que le da; la Generalitat afirma que son 16.000 (cálculo correspondiente a 2009); Antoni Zabalza, catedrático de Análisis Económico, contesta que por el contrario, en ese año fue el Estado quien aportó a Catalunya 4.000 millones más de los recibidos de ella ( El País, 19/XI/2012); y la excelente serie “Las nuevas relaciones Catalunya/España: La economía” que viene publicando La Vanguardia demuestra hasta qué punto los mejores economistas no se ponen de acuerdo. El contraste es llamativo con otros datos que, en cambio, nadie discute: la desigualdad entre ricos y pobres aumenta vertiginosamente ( La Vanguardia, 11/X/2012); la pobreza afecta ya a un 23% de los niños, según el Síndic de Greuges. Tampoco discute nadie la existencia de la desigualdad entre los sexos: brecha salarial de en torno a un 20%, porcentaje minoritario o irrisorio de mujeres en puestos de poder de todo tipo, feminización de la pobreza, y riesgo, para las que quieren independizarse, de sufrir represalias: en lo que va de año, 58 españolas han sido asesinadas por sus parejas. Pero por lo visto, a nuestros dirigentes políticos la (presunta) injusticia económica contra los catalanes les preocupa mucho más que la injusticia –esta sí indiscutible– que sufren las mujeres y los pobres. Suponer que tal orden de prioridades tiene algo que ver con el hecho de que dichos dirigentes son, en una aplastante mayoría, varones de clase media para arriba, ¿es ser muy mal pensada?