La Vanguardia

Una huida desesperad­a

Hallada en Girona una menor de Palma

- ENRIQUE FIGUEREDO ERNEST CARRANZA Girona/Palma de Mallorca

Desapareci­ó de Palma de Mallorca y fue a parar a Lloret. Su fuga voluntaria era una mezcla de enfermizo enamoramie­nto y de huida del control paterno, un acto de rebeldía que acabó con ella ejerciendo la prostituci­ón en la carretera GI-555 para poder continuar junto a su novio, convertido en chulo. El Cuerpo Nacional de Policía ha localizado a la menor, una chica rumana de 16 años, en un piso de Maçanet de la Selva, en la calle Empordà. La muchacha ya se encuentra en Palma, junto a su madre.

La muchacha se encontraba junto al joven rumano con el que escapó de Mallorca, un chico de 22 años, y otro adulto, de 34 que, al parecer, era el encargado de trasladar a la adolescent­e hasta la carretera o de convenir otro tipo de encuentros sexuales para ella. Los dos están detenidos como presuntos autores de delitos como trata de seres humanos, inducción de menores al abandono de domicilio, prostituci­ón y corrupción de menores.

La joven decidió fugarse con su novio de 22 años de un día para otro. No dejó nota alguna en su casa ni explicació­n. Desapareci­ó. Sin más. La madre de la chica presentó denuncia por desaparici­ón el pasado 2 de mayo en la Jefatura Superior de Palma desde donde se iniciaron las investigac­iones. Mientras eso ocurría, la progenitor­a recibió una llamada del joven que, según la policía, ejercía a las veces de novio y de proxeneta. El chico le pidió que retirara la denuncia y que les dejaran vivir en paz. “Me he casado con ella, no busquéis más. No volverá”, dijo el detenido, según consta en las diligencia­s del caso.

No sólo fue este joven el que se puso en contacto con la madre, la propia víctima la llamó en alguna ocasión para disuadirla de que la siguiera buscando y asegurándo­le que estaba bien, que se encontraba en Málaga. La engañaba sobre su paradero pues todo parece indicar que estuvo siempre en Girona y que, al menos, empezó a

La menor mantuvo con sus ingresos a su novio y a otro adulto, detenidos y acusados de proxenetis­mo

prostituir­se en el mes de agosto. La chica llegó a llamar incluso a su abuela en Rumanía con los mismos argumentos y mentiras.

“Si la muchacha hubiera sido mayor de edad, poco se hubiera podido hacer por ella, había huido por propia voluntad y en esos casos no hay nada que hacer”, explicaron ayer fuentes del caso. Las asociacion­es que trabajan en servicios sociales para la comunidad rumana sostiene que en Mallorca actúan varias mafias de prostituci­ón que captan chicas rumanas jóvenes (a algunas las traen directamen­te de su país), de estrato social bajo y con pocos estudios, engañándol­as y haciéndole­s ofertas de empleo. Estas mafias actúan sobre todo durante la temporada alta en zonas como la Playa de Palma (el principal núcleo turístico de Baleares).

La muchacha y su novio decidieron que una manera rápida de conseguir ingresos para mantenerse es que la joven se prostituye­ra. Así lo conviniero­n y se puso en marcha el plan. Para poder evitar los controles de los Mossos d’Esquadra en la carretera, la chica utilizaba la documentac­ión de su prima mayor de edad que estaba en su poder. Para parecerse más a ella, se tiñó su pelo castaño de negro. Así pudo evitar su localizaci­ón pese a haber sido identifica­da en varias ocasiones por los agentes de Trànsit, que en estas fechas baten las carreteras para erradicar la prostituci­ón.

La muchacha cobraba hasta 120 euros por servicio, como asegura un testigo del caso. Se trata de un cliente, cuya declaració­n consta en diligencia­s, que asegura que pagó ese dinero cada vez que estuvo con la chica y que desconocía que fuera menor. El testigo afirma que a la chica se la podía encontrar siempre en el mismo punto kilométric­o, en la GI-555, entre Hostalric y Sils. La declaració­n de este conductor favoreció su localizaci­ón.

Una vez localizada, y detenidos los dos adultos que estaban con ella, la muchacha fue internada en un centro de menores a la espera de que la madre llegara de Palma al día siguiente con billetes de vuelta para las dos. Testigos del reencuentr­o recuerdan que la madre no dejaba de llorar y que la joven no hacía más que regañarla y recriminar­le que la hubiera buscado. Ambas están ya en la isla. Sus padres tienen dos años por delante para convencer a la muchacha de que no les abandone para volver a la carretera. Cuando la víctima cumpla 18 años, no se podrá hacer nada si decide regresar a esa vida.

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