El Chelsea ficha a Benítez tras echar a Di Matteo
Roman Abramóvich hubiera querido que Pep Guardiola fuese el nuevo entrenador del Chelsea, tras destituir al desafortunado Roberto di Matteo después del varapalo (3-0) del martes ante el Juventus. Pero entre los sueños y la realidad hay un buen trecho, de manera que el oligarca ruso tiene que conformarse –al menos de momento– con Rafa Benítez, que ayer emprendió vuelo desde Abu Dabi hacia Londres para acordar un contrato de corta duración. Anoche el Chelsea ya confirmó a Benítez como técnico, pero sólo hasta final de temporada.
Si Abramóvich siente admira- ción por Guardiola, Benítez le merece respeto por el trabajo que hizo en su primera época en el Liverpool y la guerra que dio al Chelsea en partidos de Liga y de Champions. Precisamente la rivalidad con los reds hace que la idea despierte muy poco entusiasmo, por no decir ninguno, en los pubs de Fulham Road y las tribunas de Stamford Bridge. Por eso la intención es que sea un técnico de transición.
Un elemento decisivo en la incorporación de Benítez es que el manchego conoce bien a Fernando Torres y le sacó mucho jugo en Anfield Road, algo de lo que nadie más puede presumir en Inglaterra. El delantero internacio- nal español, por quien el Chelsea pagó la estratosférica suma de 50 millones de libras (más de 60 millones de euros) al Liverpool constituye ahora un monumental problema para el club londinense. Primero, porque no marca goles. Y segundo, porque su precio en el mercado cae más deprisa que la bolsa, y el club, si lo vendiera, no recuperaría ni la tercera parte de aquel dinero.
La paciencia no es la mejor cualidad de Abramóvich, que acaba de contratar a su noveno entrenador desde que compró la entidad en el 2003 y puede presumir de haber despedido, entre otros, a Mourinho, Ancelotti, Avram Grant y Scolari, y ahora también a Roberto di Matteo, a pesar de que el italiano llevó a las vitrinas del club la tan ansiada Champions después de hacerse cargo del equipo a mitad de la temporada pasada, en una coyuntura similar a la actual.
El magnate ruso es caprichoso pero no tonto, y sabe perfectamente que la fortuna sonrió mucho el año pasado al Chelsea. Di Matteo, a pesar de la victoria sobre el Bayern en la final de Mu- nich, nunca fue santo de su devoción, ni por el fútbol que practicaba el equipo ni por su manera de gestionar la plantilla. Está obsesionado con Guardiola y dispuesto a esperar al final de su año sabático para tentarlo con todo el dinero del mundo y un poco más para que no se vaya al Arsenal, Manchester City o Man United.
El Chelsea empezó bien la campaña, practicando un fútbol más vistoso de lo que es habitual en Stamford Bridge gracias a las aportaciones de Juan Mata y de los nuevos fichajes, sobre todo el brasileño Oscar y el belga Hazard. Pero sólo ha ganado dos de los ocho últimos partidos de Liga y en la Champions necesita un pequeño milagro para no ser el primer campeón que queda eliminado en la fase de grupos. La derrota del sábado en el campo del West Bromwich y el desastre europeo de Turín han cavado la tumba de Di Matteo.