El nuevo aliado
La sintonía entre ambos presidentes ha contribuido a desatascar la crisis
La resolución de la breve guerra en Oriente Medio eleva al presidente egipcio, Mohammed Morsi, al rango de aliado respetado de Estados Unidos.
Ha nacido una estrella. La resolución de la breve guerra en Oriente Medio ha elevado al presidente egipcio, Mohamed Morsi, al rango de aliado respetado e imprescindible de Estados Unidos.
La prensa norteamericana dedicaba ayer un amplio espacio a celebrar el papel de Morsi en el alto el fuego acordado el miércoles por Israel y Hamas, la organización que controla Gaza.
El presidente egipcio, que durante meses había despertado recelos entre la diplomacia y los medios de EE.UU., fue el actor “crucial” en el acuerdo, según The New York Times. The Washington Post lo describía en portada como una “estrella” cuyo éxito “marca el debut del Egipcio posrevolucionario como fuerza de peso en la región”.
Barack Obama, que durante meses intentó hallar aliados en una región aparentemente más inestable tras las revueltas de la llamada primavera árabe, ha descubierto en Morsi a un socio fiable, un líder con el que estos días ha sintonizado como no ha hecho con ningún otro en la región.
Obama y Morsi hablaron por teléfono tres veces en 24 horas. A Obama, según The New York Times, “le impresionó el pragmatismo” del líder egipcio, su voluntad de buscar soluciones sin perderse en la retórica. “Lo que atrajo al presidente (Obama) fue lo prácticas que fueron las conversaciones: así están las cosas, esto es lo que nos preocupa. Es alguien centrado en resolver problemas”, dijo al citado diario
La prensa de EE.UU. y la Casa Blanca celebran que el líder egipcio sea un estadista pragmático
una fuente de la Casa Blanca.
Cuando en junio Morsi llegó al poder, muchos en EE.UU. creyeron ver la confirmación de sus peores temores. Un Egipto gobernado por los Hermanos Musulmanes parecía amenazar la estabilidad de la alianza con el derrocado rais Hosni Mubarak.
La tensión se evidenció tras el asalto del 11 de septiembre a la embajada de EE.UU. en El Cairo. Obama reprochó a Morsi la desprotección de la sede diplomática y la timidez de sus condenas.
La conexión que Obama y Morsi han exhibido en las últimas horas despeja incertidumbres. También reafirma la influencia de Obama sobre el primer ministro israelí, Beniamin Netanyahu, que en los últimos cuatro años se ha esforzado por socavar al presidente de EE.UU.
La crisis ha sucedido durante el viaje de Obama a Asia, una co- incidencia que expone el cambio de prioridades: EE.UU. cree que sus intereses se juegan más en el Pacífico que en Oriente Medio.
El presidente envió a su secretaria de Estado, Hillary Clinton a Oriente Medio mientras él proseguía su visita a Birmania o Tailandia, una zona en la que sus antecesores se estrellaron.
Tras fracasar, durante el primer mandato en el proceso de paz, al reelegido Obama se le ofrece la posibilidad de influir en Oriente Medio. Y Egipto, pilar de la política norteamericana en la región, sigue siendo, con Israel, el aliado indispensable.