Hamas habla de paz con Israel pero sin abandonar la resistencia militar
Gaza recupera el pulso y, por primera vez, siente el aliento de los países árabes
La tregua se mantuvo y Gaza recuperó ayer el pulso. Hizo sol por la mañana y la gente llenó las tiendas después de ocho días de encierro. Por la tarde llovió torrencialmente, rayos y truenos que podían confundirse con bombas israelíes. Hubo “marchas de la victoria” y muchas banderas: verdes de Hamas, negras de Yihad Islámica y amarillas de Al Fatah. Todo el mundo hablaba de reconciliación palestina, de paz y resistencia. La guerra parecía un regalo a pesar de los 160 muertos y 1.300 heridos.
“No hemos conseguido una victoria militar”, reconocía Ahmed al Nono, portavoz de Ismail Haniye, el primer ministro de Hamas, tomando un café en la reabierta Marna House del centro de Gaza. “La nuestra ha sido una victoria de la voluntad del pueblo palestino. Por primera vez hemos pactado algo con Israel. Tras la guerra del 2009 no logramos nada. Ahora, por primera vez, tenemos a las naciones árabes con nosotros. Que el presidente egipcio, Mohamed Morsi, diga que Gaza no está sola es una gran victoria. Cuando tres millones de israelíes se sienten amenazados por nuestros cohetes, es una gran victoria”.
Los meses anteriores a la guerra, Gaza era una olla a presión contra Hamas. Había manifestaciones por la carestía, los constantes cortes eléctricos –hasta doce horas diarias– y la corrupción. La resistencia a la ofensiva israelí ha aliviado esta presión social y acabado, al menos por un día, con las ancestrales divisiones internas. Líderes de Al Fatah, el partido no islamista que gobierna Cisjordania, han pasado por Gaza. Nabil Shaat, por ejemplo, el hombre que encabezó las negociaciones de paz con Israel, reconocía ayer, tras saludar desde el balcón del Ayuntamiento junto a Ismail Haniye, que la resistencia militar ha dado sus frutos.
“El proceso de paz no nos ha llevado a ninguna parte, mientras que la resistencia militar nos ha dado varios triunfos”, reflexionaba Taher al Nono en la terraza de la Marna House.
Hamas intentará fortalecer ahora esta resistencia militar en Cisjordania. Israel lo ha anticipado y ayer detuvo a 55 terroristas en una veintena de redadas.
Al Nono, sin dejar de pasar las cuentas de su rosario de cristal, admitía lo que ningún dirigente de Hamas suele reconocer: “Dios no nos impide hacer la paz con Israel. Necesitamos un acuerdo de paz”. No cree, sin embargo, que el Gobierno israelí quiera negociar a partir de las fronteras de 1947. Por eso no cree que sea una buena idea que Mahmud Abas, presidente de la Autoridad Nacional Palestina, vaya la semana próxima a la ONU a pedir el reconocimiento de Palestina como un estado dentro de las fronteras de 1967. “Es un revés a los derechos de nuestro pueblo”, manifestó dando pruebas de que la reconciliación, a la que estuvo dedicado el día de ayer, es más un sentimiento que un objetivo real.
PORTAVOZ DE HAMAS “Dios no nos impide hacer la paz con Israel; necesitamos una solución”
MILICIANO DE AL QASAM “Podemos sacrificarlo todo, hasta a nuestros hijos, para conseguir la libertad”
La resistencia militar, en todo caso, va a seguir siendo el pilar básico de la relación de Hamas con Israel. En este sentido, los grupos armados van a seguir teniendo muchos voluntarios, sobre todo en Gaza, donde los milicianos se confunden con los civiles. “Aquí todos somos milicianos”, nos decía por la mañana un guerrillero de las brigadas Al Qasam, el brazo armado de Hamas. Sentado en el funeral de la familia Dojmush –cinco mártires en esta guerra y 42 desde el 2000– aseguraba en voz baja y sin nada de pasión: “Podemos sacrificarlo todo, hasta a nuestros hijos, para conseguir la libertad”.
La mitad de los 160 muertos de esta guerra han sido civiles, entre ellos 30 niños y 13 mujeres, y como opina Yalil Shahin, director del Centro Palestino de Derechos Humanos, “Israel los ha matado deliberadamente para crear más descontento y más presión de la base social sobre Hamas”. “Esta ha sido una guerra –añadió– que Israel y Hamas han estirado más de la cuenta a costa de la población civil”.