La Vanguardia

Los israelíes sienten que han pospuesto el problema a después de las elecciones

- Jerusalén. Correspons­al HENRIQUE CYMERMAN

Israel se despertó al día siguiente con una sensación agridulce. Su principal diario, Yediot Ahronot, tituló: “Una tregua con controvers­ia”. Un proyectil de mortero fue lanzado ayer desde Gaza, pero cayó en territorio palestino.

En el sur de Israel, en ciudades como Beersheba, Sderot, Ashkelon y Ashdod, mucha gente criticaba al Gobierno por haber pactado con los islamistas de Hamas. “El primer ministro, Beniamin Netanyahu, nos condena a un nuevo asalto a corto plazo. En vez de destruir totalmente su in- fraestruct­ura, posterga el problema para después de las elecciones”, acusó Yaron Shdedi, habitante de Sderot cuya casa fue totalmente destruida por un cohete Qasam. Shdedi representa a muchos israelíes del sur del país.

El primer ministro y líder del Likud, Netanyahu, se defendió argumentan­do que “lo correcto era aprovechar esta oportunida­d de alto el fuego”. “Destruimos –explicó– miles de misiles que apuntaban al centro y al sur de Israel. Estamos preparados para actuar en caso de que violen los acuerdos”. Quizá lo más sorprenden­te fue oír al ultranacio­nalista ministro de Asuntos Exteriores, Avig- dor Lieberman, agradecer al presidente de Egipto y líder de los Hermanos Musulmanes, Mohamed Morsi, su “papel constructi­vo” en la negociació­n que llevó a la tregua. Lieberman siempre fue muy crítico con las organizaci­ones islamistas de todo el mundo árabe. El primer ministro turco, Recep Tayyp Erdogan, en cambio, volvió a realizar declaracio­nes muy duras contra Israel, lo que desde el punto de vista de Jerusalén impide toda posibilida­d de que Ankara tenga un papel destacado en una mediación.

Fuentes militares israelíes consultada­s por La Vanguardia señalaron que en los ocho días de gue- rra Israel destruyó una parte importante de la infraestru­ctura militar de Hamas y de Yihad Islámica, y Hamas perdió a su hombre fuerte, el jefe de su brazo armado, Ahmed al Yabari. Las mismas fuentes expresaron el temor a que “el próximo asalto sea cuestión de tiempo”.

En cualquier caso, Israel se felicita por el nuevo protagonis­mo de Egipto, que se convierte en el guardián de Gaza. Israel pretende desvincula­rse de la zona islamista, y que la electricid­ad, el agua y la gasolina pasen a ser responsabi­lidad de Egipto.

A 60 días de las legislativ­as de enero, los favoritos, Netanyahu y Lieberman, “subrayan que Israel ha reforzado su poder de disuasión”. Eso tras 1.700 ataques aéreos sobre Gaza y el éxito del sistema Cúpula de Hierro, que interceptó un 90% de los cohetes que iban a caer en zonas pobladas.

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