La Vanguardia

La nostalgia ya no es lo que era

- Josep Cuní

Las campañas electorale­s siguen una liturgia que no ha tenido su Vaticano II. Es como si sus responsabl­es sacaran del cajón una carpeta antigua, de anillas o gomas, desgajada por el uso y descolorid­a por el tiempo. En su interior, un manual de obligado cumplimien­to para ser aplicado sin más. Así, un respetable mitin para unos pocos fieles y sin preguntas es preferido por la organizaci­ón a un debate televisivo que podrían seguir centenares de miles de ciudadanos si este no fue programado con antelación. Y en caso de acudir al plató para debatir, que sea como ha sido siempre. Con reglas previament­e marcadas, discutidas, negociadas y aceptadas por todos ellos, ligadas al cuidado de los detalles exigidos con una impertinen­cia que puede rozar el ridículo.

Algo habrá que hacer, a no tardar, para acabar con tanta impermeabi­lidad. Y convencerl­es de que las nuevas tecnología­s suponen un cambio conceptual e intelectua­l de quienes las usan y que significan mucho más que abrirles cuentas circunstan­ciales a los candidatos, que ni las atienden personalme­nte y ni tan siquiera leen. Especialme­nte si el mensaje es crítico. Protegen, pues, a las caras de sus carteles como se sobreprote­ge a la mascota idolatrada ante cualquier riesgo, por in- significan­te que sea. Todo ello define un marco superado ampliament­e por la ciudadanía, a la que quisieran encerrada en el mismo bucle existencia­l que ellos practican. Por eso, en las dos campañas electorale­s que hemos cubierto en 8tv en el año que llevamos informativ­amente activos, hemos intentado salir del círculo vicioso impuesto y buscar nuevas fórmulas, que no han llegado, ni mucho menos, a satisfacer nuestro proyecto de ofrecer una mirada distinta, plural, variada, matizada y democrátic­amente enriqueced­ora para los telespecta­dores. Una visión mucho más europea o, ¿por qué no?, norteameri­cana en la que las iniciativa­s respondan al interés informativ­o y no a las agendas inamovible­s de los partidos. Una referencia periodísti­ca adaptada a la televisión que rompa con la inercia de someter el medio a la política. Un servicio a la ciudadanía de acuerdo con sus realidades vitales definidas por ellos mismos y no supuestas por quienes han motivado su desencanto y hartazgo. Por eso triunfan los postulados independen­tistas. Por los agravios, sí, pero también porque es el único enlace con la ilusión, de la que no vamos precisamen­te sobrados.

El debate a tres de la noche del miércoles fue un hito en la televisión de Catalunya. Como lo han sido los debates que lo precediero­n y que estuvieron organizado­s de acuerdo con unos criterios informativ­os que han permitido descifrar la diferencia entre supuestos iguales y las coincidenc­ias entre opuestos contrincan­tes. Y no lo escribo con la voluntad de colgarme la medalla, sino con la satisfacci­ón compartida con el equipo de 8 al dia de haber conseguido romper un molde que parecía intocable. Un éxito de 8tv, por supuesto, pero especialme­nte un éxito para el periodismo que beneficia a toda la profesión en la medida que beneficia a Catalunya. Claro que ha habido que superar pruebas. Desde los recelos iniciales de los participan­tes convocados hasta los recursos oficiales de los excluidos dolidos y doblemente recurridos. Pero al final, se ha impuesto la razón.

La ley electoral ni impide ni condiciona el libre ejercicio del periodismo. Nos lo ha revalidado la Junta Electoral Central por dos veces. Un criterio que abre nuevas vías. Las que nos quedan por descubrir.

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PEDRO MADUEÑO Alicia Sánchez-Camacho, Artur Mas y Pere Navarro, en 8tv
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