Escolares con tardes libres
Un estudio publicado por la Fundació Jaume Bofill señala que la jornada continuada en institutos de secundaria no sólo no logra mejorar el rendimiento escolar sino que conduce a una mayor desigualdad educativa entre los estudiantes. Mientras que la escuela pública implanta el nuevo horario, la privada y la concertada continúan con las clases de tarde. Se deduce que el mantenimiento de más horas de clase mejora el rendimiento escolar en tanto que el horario reducido lo empobrece. Ante el informe, un sindicato de secundaria ha argumentado carencias de rigor en la metodología y en el tratamiento de datos. Si algo no gusta y no responde a las expectativas, valga optar por la descalificación.
Pero lo cierto es que dicho estudio viene a avalar aquello que ya preveía el sentido común. Una premisa que sustentaba la bondad de la jornada continua se basaba en que los alumnos podrían pasar más tiempo en familia. Ahora bien, cuando padre y madre trabajan con jornada partida, los hijos no pueden estar con ellos, tanto si cuentan dieciséis años como doce. Cada edad tiene sus necesidades y sus problemas, y dejarlos a su aire no debe de inspirar confianza, vista la sugerencia de actividades complementarias por la tarde. ¿Hay que invertir el mismo tiempo y más dinero para que los hijos estén recogidos? Otra circunstancia atañe a las familias en que uno o ambos progenitores están en paro. Estos sí podrán acoger en casa a sus retoños, pero he aquí que las actividades extraescolares se consideran enriquecedo- ras, y cuando en el hogar entran pocos ingresos no es posible sufragarlas. Es en este punto en el que las mencionadas desigualdades también se hacen patentes.
Lo expuesto lleva a la conclusión de que con la jornada continua más que buscar el bien del alumnado lo que se ha pretendido es el ahorro monetario. A menos horas de clase, menores gastos generales. Una razón semejante es la que exime a los centros de abrir fuera del horario escolar. Los números económicos cantan, que no los resultados académicos. Sostienen los disconformes con el citado estudio que se olvida que ya existían tres tardes libres. En efecto, y si los inconvenientes detectados se producían tres días a la semana, ¿por qué ampliarlos a cinco? Es un recorte más en educación, una desigualdad más, una apuesta menos para el futuro.