Estilo y lujo
ALBERTO PINTO (1945-2012) Interiorista célebre
Sin él, la alta decoración ya no será la misma”, cifró como despedida AD, la revista de arquitectura. “Alberto Pinto, gran hombre de interior”, prefirió titular Le Figaro. En los seis idiomas que este personaje dominaba -el árabe y el francés por su nacimiento en Casablanca, el castellano por su ascendencia argentina; el inglés, el italiano y el alemán-, Alberto Pinto describía un mundo que ya no existe o que sólo perdura en los guetos del Gotha que él amuebló, tal vez porque había nacido y crecido en ellos. Eso y los viajes, cámara de fotos en mano, para la agencia de fotografía que creó en los Estados Unidos, especializada en decoración y en interiorismo. Un mundo exterior –de la India a México, de Inglaterra a Italia, con las artes decorativas francesas como norte– del que le interesaba especialmente “el juego de volúmenes, el diálogo de materiales”. Instalado en París como inte- riorista, y tras habitar el legendario palacete que fuera en su día del escritor Paul Morand, Pinto plantó su estudio en el hotel de la Victoire.
Vasto porque podía desplazarse hasta con 70 artesanos. Y era cliente seguro en grandes subastas, para satisfacer encargos o porque, sencillamente, aquel mueble, aquel objeto, encontraría su sitio en los grandes espacios que eran su especialidad, como el Airbus que recientemente decoró para un multimillonario.
Ocho libros, publicados todos en Flammarion, permiten atisbar esos interiores vedados, repartidos por el mundo entero, viaje que el autor de Alberto Pinto: Autour du monde, el último tomo, describe como un itinerario que atraviesa “propiedades de México, los Caribes, Mónaco, Nueva York y Kuwait, a bordo de yates o jets particulares, también decorados por Pinto”.