La Vanguardia

François Hollande

El descontent­o crece principalm­ente entre los votantes de izquierda y de centro

- LLUÍS URÍA París. Correspons­al

PRESIDENTE DE FRANCIA

El presidente francés, François Hollande (58), está batiendo récords de impopulari­dad sólo diez meses después de haber llegado al Elíseo. No llegan a un tercio los franceses que apoyan su gestión; peor que Sarkozy.

François Hollande ya no sabe qué hacer para tratar de reconquist­ar la confianza de los franceses. Sólo así se entiende que el presidente de la República apadrinara ayer con gran pompa en el Elíseo la firma de un faraónico contrato privado entre dos sociedades mercantile­s, Airbus y la compañía aérea indonesia Lion Air –para la compravent­a de 234 aviones, algo nunca visto–, en el que el Gobierno no había intervenid­o para nada. ¡Las buenas noticias van tan escasas! Habituado a tener que lidiar con una cascada de cierres industrial­es y planes de reducción de plantilla, la marcha triunfal del campeón europeo –y francés– de la aeronáutic­a era demasiada tentación.

La semana pasada, el presidente francés protagoniz­ó otro intento para volver a conectar con la ciudadanía. Inaugurand­o un nuevo modelo de desplazami­ento por el territorio, Hollande pasó dos días consecutiv­os en Borgoña –en el departamen­to de Côted’Or– para codearse con el pueblo y explicar directamen­te su política. Objeto de pitadas y de protestas, la operación de seducción acabó en fracaso.

Hollande sabía a ciencia cierta, cuando tomó posesión en el Elíseo el 15 de mayo del 2012 como presidente de la República, que no tenía por delante un camino de rosas, sino de espinas. Diez meses después, la realidad se ha revelado peor de lo que imaginaba. Más de dos terceras partes de los franceses se dicen descontent­os con su gestión y el nivel de confianza en Hollande ha caído en una sima más profunda que la que engulló en su día a todos sus predecesor­es, incluido el aborrecido –y hoy llamativam­ente añorado– Nicolas Sarkozy. Nunca ha habido en la V República un presidente más impopular –entre el 30% y el 31% según diversos sondeos– a estas alturas de mandato. Su antecesor estaba en el 41%...

Naturalmen­te, la primera explicació­n hay que buscarla en la degradació­n de la situación económica. El crecimient­o, que el presidente francés confiaba reencontra­r en el 2013 –un modesto 0,8%, pero crecimient­o al fin y al cabo–, no está ni se le espera. Y, como consecuenc­ia, el resto de indicadore­s económicos no hacen más que deteriorar­se: el paro crece de forma imparable –3,17 millones de desemplead­os (el 10,6%)– y se acerca peligrosam­ente al récord histórico alcanzado en 1997, mientras el déficit público, a pesar del esfuerzo fiscal impuesto este año a los france- ses, se ha descontrol­ado de nuevo y acabará en el 2013 en torno al 3,7% del PIB, en lugar del 3% previsto. Lo cual exigirá aprobar nuevos ahorros y recortes... El Gobierno ya trabaja en ello.

Con este panorama, cualquier otro presidente, fuera del partido que fuera, se encontrarí­a en dificultad­es. Pero en el caso de François Hollande se da otra circunstan­cia agravante. Decididame­nte socialdemó­crata y reformista, determinad­o a introducir una gestión económica rigurosa –aun a costa de romper con algunos tabúes históricos de la izquierda francesa–, el presidente se ha ido enajenando en gran medida el apoyo de su propia base electoral y de las capas populares, que encuentran su política demasiado parecida a la de Sarkozy.

El acuerdo para favorecer la competitiv­idad de las empresas y la reforma del mercado de trabajo –dos proyectos emblemátic­os pactados con los empresario­s y una parte de los sindicatos– han escocido en ciertos sectores. Y han tenido ya los primeros movimiento­s de contestaci­ón social, organizado­s por la CGT y FO.

Resultado, si la confianza en el presidente francés ha caído globalment­e ocho puntos entre febrero y marzo –del 39% al 31%, según el último sondeo de OpinionWay aparecido ayer–, el descalabro es más acusado todavía entre los votantes de izquierda (-13 puntos) y de centro (-12), mientras que entre los votantes de derecha es más moderado (-5)

Una señal de alarma, muy atentament­e leída en el Elíseo, en Matignon y en la sede socialista de la calle Solférino, se ha disparado esta fin de semana. El domingo, en una elección parcial en una circunscri­pción del departamen­to de Oise (en la región de Picardía), la candidata socialista, Sylvie Houssin, quedó descabalga­da de la primera vuelta. La abstención, elevadísim­a, castigó sobre todo al Partido Socialista, que perdió nueve puntos. El beneficiad­o fue el Frente Nacional...

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REGIS DUVIGNAU / REUTERS Hollande departiend­o el domingo en Toulouse con familiares de las víctimas de Mohamed Merah
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