Confidencias de una palmera
La palma excelsa predispone al ensueño. Despierta recuerdos de la infancia. Así como el canto de las golondrinas hace que dirijamos la vista hacia arriba, el efecto arquitectónico de su admirable follaje también actúa como un punto focal. De modo que suscita atracción y entusiasmo. Lo insólito es que proporciona imágenes que magnifican el pasado. Las palmas excelsas revelan nostalgias, sueños perdidos, visiones de labios muy pintados: la omnipresencia de la madre. A veces acaba uno perdiendo la noción de la realidad. Pero recordar es vivir.
La palma excelsa sabe leer la realidad invisible. Procedamos con método. Veamos cuál es el cuadro visible. Presenta un tronco solitario, fino y esbelto, recubierto por vainas y fibras. Bien se ve que carece de sentido decorativo. El pecíolo tiene espinas, y las frondas, en forma de abanico, aparecen atestadas de detalles. De color verde oscuro brillante, despliegan un limbo redondeado de 1 metro de diámetro, dividido hasta la mitad en muchos segmentos. Con todo ello antes se fabricaban objetos, cosas que despiertan un mundo de recuerdos. Al fin tengo una prueba. Las inflorescencias llevan brácteas que recuerdan fundas. Se trata de una especie monoica. Presten atención: las flores, en racimos, pueden abandonarse a lo prohibido sin pudor ni moderación. ¿Cómo actúan? Sin freno y sin comedimiento; pero fingen que no pasa nada. ¡Qué temblor, casi erótico, deben sentir cuando maduran simultáneamente! Desde luego, no se esfuerzan en entrar por la puerta estrecha. Por fortuna, proceden como constelaciones que no pueden verse al mismo tiempo, pues unas salen cuando las otras se ponen. Nada es cierto, salvo la manera de percibir las cosas. Todo es ilusión.
Pero no nos perdamos en metafísicas. La palma excelsa, o palmito elevado, es fácil de cultivar. Resulta ideal en macetones que adornan patios y terrazas. Aunque le gusta vivir en el litoral, se da muy bien en jardines de clima frío. Gracias a su estera aislante de restos foliares, soporta temperaturas extremas, inferiores a -8º C. Tolera la nieve y las heladas. Una advertencia: la red de fibra del tronco supone un riesgo en zonas forestales, pues resulta muy inflamable.
Vuelve a turbarme una nostal- gia insuperable. Les diré lo que veo en las flores que viven en gineceos. Lo insólito y lo sutil. Elevando el puente levadizo de la memoria, se puede ver una madre. Un día, hace mucho, ella se agachó a regar un palmito con tanta naturalidad; como si estuviera sola y no le importara lo que enseñaba. Me puse rojo como sus labios. Oí que decía: “Avui han arribat les orenetes”. Ay, mamá: cada año llegan menos golondrinas. ¡Si supieras! Hay mucha contaminación, les faltan insectos. Y no vemos sino cielos sin estrellas.
La infancia no es más que un sueño perdido.
Las palmas excelsas revelan nostalgias, sueños perdidos, visiones de labios muy pintados