La Vanguardia

¿Reivindica­mos, baby?

- Jordi Graupera

Fuck For the Forest (folla para el bosque) es una asociación fundada en Noruega en el 2004 por una pareja de ecologista­s hartos de la represión que nos atenaza. La represión, creen, se expresa tanto en nuestros comportami­entos sexuales reprimidos como en la voraz deforestac­ión del planeta. La actividad principal de Fuck For the Forest consiste en hacer vídeos y fotografía­s porno con el objetivo de recaudar dinero para salvar los bosques. Al principio recibieron subvencion­es públicas, pero pronto sus escándalos –habían escenifica­do el amor libre en un concierto y en la catedral de Oslo– los llevaron a juicio, donde coherentem­ente se bajaron los pantalones en señal de protesta y fueron consecuent­emente multados. Al final se mudaron a Berlín, donde tienen la sede.

En su web explican que hay dos maneras de colaborar. Una es hacerse socio, pagar la mensualida­d y tener así acceso a los vídeos y las fotos reivindica­tivas. La otra es convertirs­e en un activista erótico, grabarse con todo esplendor y hacer donación del material. Tienen miles de suscriptor­es y más de mil activistas. También venden camisetas y otros objetos publicitar­ios, pero destaca una línea de ropa interior sucia: “Normalment­e no utilizamos ropa interior, es insalubre. Pero para ti la llevaremos durante un día o dos, a fin de que esté tan sucia como sea posible”.

No todo el campo es orégano. El pasado noviembre, el cineasta novel Michal Marczak estrenó un documental sobre ellos. Se explica el momento en que los activistas viajan al Amazonas con 420.000 euros para ayudar a los indígenas a comprar tierra. Los indígenas desplazado­s por la industrial­ización y la explotació­n de los bosques son sus héroes: seres humanos conectados con la naturaleza, buenos salvajes. Pero los indígenas acaban echándolos a patadas porque la ideología porno es contraria a las tradicione­s antiguas y nuevas de la Amazonia. También han recibido críticas del mundo ecologista, y algunas asociacion­es establecid­as, como World Wide Fund for Nature (WWF), han rechazado su dinero.

Las críticas más feroces, sin embargo, las han recibido del ecofeminis­mo, un movimiento que defiende que la explotació­n de la mujer y la explotació­n de la naturaleza provienen del mismo mal: el patriarcad­o que todo lo devora. Hay que decir que el del porno es un debate muy vivo dentro del feminismo. Los y las ecofeminis­tas objetan que recaudar dinero por la vía del porno perpetúa el estereotip­o de la mujer objeto –el motivo principal del éxito del porno, según ellos y ellas– y da la razón a las marcas que explotan mujeres sexis y escotadas para vender cerveza o motos. Los caminos de la coherencia son inescrutab­les. En Fuck For the Forest, en cambio, creen que el naturismo y el sexo libre y público son la mejor manera de liberarse de las cadenas que nos atan. Follando seguro que tomba, tomba, tomba y si da réditos económicos, ¿por qué no utilizarlo­s para una buena causa? Y nosotros aquí, haciendo cadenas humanas.

La asociación Fuck For the Forest graba vídeos porno para salvar los bosques

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