La justicia investiga si el pederasta de Lleida abusó de dos niños a los que acogió
El detenido, vecino de Castelldans, era muy reservado y tuteló a 14 menores
David D., de 51 años, es un hombre que tenía en Castelldans una casa de acogida de menores. Actualmente está ingresado en prisión tras ser acusado de tenencia de pornografía infantil y de abusos sexuales. Este hombre, el amante de los coches antiguos, vivía desde mediados de los años noventa en la citada localidad leridana y prácticamente nadie le conocía bien. Nadie había intimidado con aquel soltero venido de la localidad cercana de Fulleda a montar la casa de acogida por la que desde 1997 habían pasado catorce niños, conocidos en Castelldans como “los adoptados”, aunque legalmente no lo fueran. Eran menores tutelados por la Generalitat, que eran dejados en custodia a David D. y por ello percibía una compensación económica. Ahora los Mossos d’Esquadra investigan si algunos de los chicos que pasaron por esa casa de la carretera que viene de Les Borges Blanques están entre las víctimas. La Fiscalía de Menores cree que al menos dos de ellos pudieron caer en sus garras mientras vivieron con él. Se sigue investigando. Algunos de los que vivieron con este antiguo monitor social son ahora mayores de edad.
Casi nadie le conocía en Castelldans más que de vista. Eran más conocidos los chicos que el hombre reservado y silencioso que regentaba la casa de tres plantas en la que vivían. Los movimientos del supuesto pederasta en el pueblo estaban marcados por la rutina.
Mantenía costumbres como ir a comprar el pan todos los días –en los últimos tiempos siempre iban los muchachos– y evitaba comentarios y conversaciones.
No se le recuerda en fiestas populares o actos públicos. Como mucho, hablaba con unos vecinos que tenían un viejo Seat 124 que llamaba su atención. Tiene entre sus aficiones los vehículos antiguos. “Manejaba muchos coches viejos, siempre aparcados delante de su casa”, confirma un vecino de su calle. “Era muy reservado, creo que nadie le conocía bien”, confirma un comerciante de la zona.
Sin embargo, todo el mundo sabía que David D. era el hombre que regentaba la casa de acogida, que, además de cumplir una función social, le servía de sustento. Los chicos iban mucho por la calle, casi siempre agrupados. Algu- nos vecinos explican que a veces los chicos iban un poco dejados y que en ocasiones habían estado algo agitados en la escuela municipal, por lo que se les había cambiado de colegio. Sin embargo, el alcalde de Castelldans, Xavier López, de CiU, insiste en que jamás llegó información alguna al Ayuntamiento sobre nada que tuviera remotamente que ver con abusos o malos tratos, aunque desconoce si a través de la red de asistencia social del consejo comarcal se tramitó alguna. “De todos modos, si se hubiera elevado algún tipo de denuncia a través de la asistencia social, creo que lo sabría”, remarcaba ayer López, quien no esconde su estupor.
La casa de la carretera donde David D. vivía con los menores que acogía no está vacía. En ella residen aún dos chicos que estuvieron acogidos por el presunto pederasta pero que, al alcanzar la mayoría de edad, decidieron quedarse con él. Ahora ocupan ellos la casa, mientras que quien fue su mentor permanece en prisión. En la vivienda también se oyen los movimientos de un perrito. Los moradores de la casa de la carretera son un muchacho de 21 años, que trabaja en una empresa de alarmas, y otro joven de 18 años. Ellos también permanecen mucho tiempo encerrados en casa, especialmente desde que estalló el escándalo. Lo hacen por razones distintas de las de David D. cuando estaba en libertad. Temen ser abordados por desconocidos y la presión de los medios de comunicación. Sin ningún tipo de duda, los Mossos d’Esquadra los habrán entrevistado y, probablemente, advertido de que no hablen con nadie del caso.
No todos los chicos que pasaron varios años con David D. en la casa decidieron seguir allí. Fuentes cercanas a la investigación explican que los investigadores policiales están buscando con especial insistencia a un chico conocido por el nombre de Nando. La policía cree que su testimonio podría resultar muy revelador. Nadie sabe dónde está Nando. Nadie da con él.
Dado el muro de indiferencia y de reserva que David D. levantó en torno a él, no es mucha la información que se conoce de su biografía. Se sabe que siendo pequeño se trasladó por cuestiones familiares de Badalona a Fulleda. Allí creció y allí fue donde, según alguna denuncia ya formalizada ante los Mossos, pudo cometer, siendo un veinteañero, alguno de los presuntos abusos. Trabajó en una institución de acogida de menores de la Diputación de Lleida que regentaban monjas, la Escola Torre Vicens, que se cerró en 1994. La actual alcaldesa de Fulleda, de la formación local Associació Progressista de Fulleda, situada en la órbita de ERC, es una sobrina suya.
La detención y el ingreso en prisión de David D. ha caído en este pequeño pueblo de apenas ochenta habitantes como una bomba de racimo. Y es que la del detenido, como lo prueba el hecho de que ocupe la alcaldía, es una familia muy conocida. Estimada por unos y enfrentada con otros por motivos políticos. El caso ha extremado las posiciones. El recién llegado puede encontrarse con un vecino que le niegue la más mínima información, como decir si en el pueblo vive algún familiar de David D. “No lo sé”, responden algunos. Otros, como Josep Maria Josa, un concejal de la oposición, del PP, hablan abiertamente del asunto. Se lamenta de que su pueblo sea noticia por algo tan desagradable. Confirma que el ahora ingresado en prisión iba de vez en cuando al pueblo a visitar a su familia.
Fuentes cercanas a la familia del detenido explican que esta se ha encerrado en sí misma y que siente rabia por los hechos supuestamente cometidos por el presunto pederasta, y hasta dicen que han decidido no ir a verle a la prisión. Quizá sepan que entre el material fotográfico intervenido en la casa de Castelldans podría haber fotografías de un familiar.