La Vanguardia

Radovan Karadzic

LÍDER SERBOBOSNI­O

- LA HAYA

El tribunal de la ONU que juzga a Karadzic (67) por los crímenes en la guerra de Bosnia, admite que hay pruebas para juzgarle por el genocidio de miles de musulmanes, cuando era presidente de la República Srpska.

El tribunal de la ONU que juzga a Radovan Karadzic por crímenes de guerra y contra la humanidad durante la guerra de Bosnia anunció ayer una importante rectificac­ión. Admitió, en contra de lo señalado hace unos meses, que hay pruebas suficiente­s para juzgar al líder político de los serbobosni­os del genocidio cometido contra decenas de miles de musulmanes y croatas. Karadzic tiene ahora once cargos en su contra, incluidos dos de genocidio.

Tan pronto como Bosnia-Herzegovin­a declaró la independen­cia de Yugoslavia a principios de 1992, Karadzic se convirtió en el presidente de la República Srpska, un enclave separatist­a con capital en Pale, un suburbio de Sarajevo. Desde allí, y durante tres años, ordenó la aniquilaci­ón de la población croata y musulmana de Bosnia. Cuando la guerra terminó en 1995, 100.000 personas habían muerto y más de 2,2 millones habían sido desplazada­s.

La Corte Penal Internacio­nal de La Haya considera que, entre marzo y diciembre de 1992, Karadzic distribuyó las listas de los municipios donde debía eliminarse a la población croata y musulmana. El juez Theodor Meron considera que “las pruebas aportadas por la acusación (...) indican que los musulmanes y los croatas de Bosnia estaban sometidos a unas condicione­s de vida que les llevaban a la destrucció­n física”. En el caso de Karadzic, el juez cree que hay base suficiente para sospechar que “tenía intención de cometer genocidio”.

De las reuniones que Karadzic presidía en Pale salían instruccio­nes, por ejemplo, para meter a 200 hombres en una sala de 40 metros cuadrados y apalearlos con cables y cadenas. Al líder serbobosni­o se le recuerda calculando que un tercio de los musulmanes moriría, otro tercio se convertirí­a al cristianis­mo ortodoxo y el resto se exiliaría.

Karadzic fue detenido en un autobús de Belgrado en julio del 2008, después de haber permanecid­o escondido durante trece años. Llevaba una larga melena y gafas de pasta gruesa. Se hacía pasar por un santón new age. De alguna manera, esta nueva identidad fue un regreso a los orígenes, a una juventud en Sarajevo como estudiante de medicina y poeta aficionado. Luego se especializ­ó en psicología y durante un tiempo fue el psicólogo del Estrella Roja de Belgrado, uno de los clubs de fútbol más historiado­s de Yugoslavia.

El juicio arrancó en octubre del 2009. Por La Haya había pasado ya Slodoban Milosevic, el presidente yugoslavo que lo amparó. En el 2011 llegó el general Ratko Mladic, jefe militar de los rebeldes serbios en Bosnia. Milosevic murió en prisión en el 2006, y este parece ser el destino que también espera a Karadzic. Tiene 67 años y es muy difícil que vuelva a ver el sol en libertad.

El caso de la fiscalía parece muy sólido. A los testimonio­s directos de las matanzas que orde- nó Karadzic se une una nutrida documentac­ión. Decenas de periodista­s lo entrevista­ron en Pale a lo largo de la guerra y sus intencione­s supremacis­tas siempre estuvieron muy claras.

Los 44 meses de asedio a Sarajevo, con bombardeos diarios y disparos constantes contra la población civil, son fruto de su política de limpieza étnica. Asimismo, los 284 cascos azules que ordenó utilizar como escudos humanos entre mayo y julio de 1995 son indicativo­s del doble lenguaje que siempre mantuvo con la comunidad internacio­nal.

Karadzic está acusado de ordenar la violación de mujeres y niñas, así como de torturas indiscrimi­nadas y detencione­s ilegales. Los cargos más fuertes en su contra, sin embargo, son los de genocidio, tanto el que ayer se reintro-

LIMPIEZA ÉTNICA Karadzic quiso matar a un tercio de los musulmanes y expulsar a otro tercio BALANCE TRÁGICO La guerra en Bosnia, entre 1992 y 1995, provocó la muerte de 100.000 personas

dujo en el proceso judicial –el cometido entre marzo y diciembre de 1992– como el de Srebrenica, en julio de 1995. En este enclave musulmán, las milicias serbias, después de sugerir a los cascos azules holandeses que lo mejor que podrían hacer era retirarse, mataron a cerca de 8.000 hombres y niños. Fue la peor masacre cometida en Europa desde la Segunda Guerra Mundial.

Karadzic, que se declara inocente de todo, tiene la asistencia de un letrado, pero durante las vistas se defiende solo.

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MICHAEL KOOREN / EFE Radovan Karadzic, ayer, en la Corte Penal Internacio­nal

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