Snowden, reivindicado
La mayoría cree que se ha traspasado el límite con la vigilancia
La mayoría de votantes estadounidenses –55 a 34%– creen que Snowden es un whistleblower, alguien que “toca el silbato” para denunciar una injusticia, y no un traidor, como se le ha descrito oficialmente.
Unos días antes de enclaustrarse en los pasillos de un aeropuerto moscovita, sin saber qué rumbo tomará su destino, Edward Snowden ya lo tenía claro. “Sé que montarán un caso para decir que he ayudado al enemigo”.
Esta afirmación constituye el núcleo de la segunda parte de la entrevista que le hizo The Guardian, publicada esta semana. La conversación se desarrolló en Hong Kong, primera parada de la huida hacia adelante del analista tecnológico que trabajó para la Agencia Nacional de Seguridad de Estados Unidos (NSA). Ahí logró el acceso a los documentos que demuestran la existencia de programas de vigilancia masiva telefónica y on line que el Gobierno de su país practica, dentro y fuera de sus fronteras.
Cuando habló para el medio británico, en EE.UU. había una corriente mayoritaria que veía a Snowden como un mal bicho. Pero, mientras la Casa Blanca insiste en que el único viaje posible de su excolaborador es el de regreso a casa, porque está perseguido por la justicia, la opinión de los estadounidenses ha sufrido un cambio radical. Giro total.
Aunque congresistas de ambos partidos le califican de felón, ahora la mayoría de los votantes –55% a 34%– creen que Snowden es un whistleblower, alguien que “toca el silbato” para denunciar una injusticia, y no un traidor, como se le ha descrito oficialmente. Así lo indica la última encuesta nacional de la Quinnipiac University, y es un reflejo del parecer que cruzaba transversalmente por todas las opciones políticas, sexo, ingresos, educación o edad.
Uno de los crecimientos más importantes en esta nueva visión se produce entre hombres y votantes republicanos, grupos que históricamente tienden a dar más apoyo a los esfuerzos antiterroristas del Gobierno.
La confirmación de este vuelco se remarca con otro resultado. Entre un 40 y un 45% de los ciudadanos mayores de edad consideran que estas prácticas antiterroristas han ido demasiado lejos en la restricción de las libertades civiles. Hace escasamente tres años, los que mantenían esta vi- sión sólo alcanzaba el 25%. En cambio, un 63% afirmaba que no se habían traspasado los límites con las medidas adoptadas para proteger el país adecuadamente.
Peter Brown, director asistente de encuestas de la Quinnipiac, señala que ahora se observan menos diferencias de criterio entre partidos. “Sería ingenuo ver esos números como algo determinante, pero evidencian un replanteamiento de los ciudadanos respecto a las compensaciones entre seguridad y libertad”.