Los Hermanos enrollados
Jóvenes educados en el extranjero se convierten en el rostro mediático del campamento de protesta islamista
Parece un oasis de occidentalismo en medio de un desierto de barbas tupidas y velos integrales. “¡ Hey guys! Come on in, welcome”, dice con acento y sonrisa de Ohio Mohamed Soltan, un veinteañero con gafas de pasta, gorra ladeada y bambas Converse.
Podría estar en un concierto del Primavera Sound y no desentonaría. En realidad, es un cachorro islamista. Mohamed, crecido en EE.UU., es uno de los jóvenes al frente del flamante “centro de prensa” del campamento de protesta de Rabia el Adauiya, bastión de los seguidores del presidente depuesto Mohamed Morsi.
Las mesas, de plástico, están llenas de ordenadores Apple y de smartphones con los que tuitean sin cesar. Han creado una página en Facebook, “el latido de Ra- bia”, donde informan de lo que sucede en el campamento. También tienen “corresponsales” desplegados por el país que les mantienen al corriente sobre las protestas islamistas que se desarrollan fuera de El Cairo.
Detrás del escenario, donde predicadores exaltados berrean a los seguidores de Morsi que deben morir por él, está la cara más amable y moderna de los Hermanos Musulmanes. Jóvenes de inglés perfecto dan la bienvenida a los periodistas extranjeros, les dan de comer y beber –el Ramadán veraniego es extenuante–, traducen, suministran CD con fotos y vídeos de la represión violenta, explican sus razones.
Muchos han sido educados en Occidente, y no sólo han aprendido el idioma. “Oye, recuerda sobre todo que no hay que sacar el tema palestino”, susurra Mohamed al oído de un compañero que conversa con un periodista extranjero.
Los dos últimos días el joven Mohamed Soltan –tuitea como @soltanlife– ha estado muy ocupado diseñando lo que llama “la nueva campaña de imagen de Rabia”. “Os gustará, ya veréis”, dice como un director de marketing. Ha diseñado grandes carteles con el nueva lema, compuesto –cómo no– por dos hashtag: “#ProDemocracia #AntiGolpe”.
“El gran error de Morsi fue descuidar las relaciones públicas. No se preocuparon por la imagen que estaban dando de ellos los medios, no intentaron seducir a los no islamistas. Por eso estamos ahora en esta situación”, dice Abderraman el Daur, de 23 años, otro de los encargados del centro de prensa.
Estudia comercio en Londres y ha vuelto expresamente para participar en apoyo de la protesta. “Todo esto va en contra de mi estilo de vida –admite–. Ni siquiera soy de los Hermanos Musulmanes, pero mi abuelo lo era y quiero a esta gente. No podía seguir tranquilamente con mi vida en Londres mientras a ellos los estaban matando en mi país”.