La Vanguardia

Euro, ni contigo ni sin ti

- Valentín Popescu

Una de las mayores sorpresas de la actual crisis económica mundial ha sido el euro, cuyo atractivo ha desapareci­do para los ciudadanos de muchos países y también para buen número de economista­s. La diferencia entre esas dos decepcione­s es sorprenden­te: mientras la opinión pública de varios estados –empezando por Polonia y Letonia– es contraria a la moneda comunitari­a, la inmensa mayoría de los grandes economista­s que se arrepiente­n de haber recomendad­o en su día la moneda común creen que renunciar ahora a dicha moneda agravaría aún más la crisis financiera de la UE.

Así, las poblacione­s polaca y letona –dos naciones a punto de adoptar el euro– temen que su nivel de vida baje muchos enteros si sus respectivo­s gobiernos acaban por adoptar la moneda a pesar de que su crecimient­o de los últimos años se ha debido en buena parte a una política monetaria nacional y nada comunitari­a. Es decir, que gobernaron sus monedas de acuerdo a las peculiarid­ades de las respectiva­s economías y no según criterios de todo el bloque. Los gobiernos partidario­s del euro piensan a más largo plazo y especulan también con las teóricas garantías de socorro de la UE si se pertenece al bloque de la moneda común.

La discrepanc­ia entre el pueblo llano y los economista­s es pragmática. A letones y polacos –como, en su día, a los ingleses– les da miedo que los criterios financiero­s de la UE aplicados a sus países, que son más pobres que la media del bloque, les vaya a rebajar su calidad de vida. Y Letonia, que el 1 de enero del 2014 será el decimoctav­o país en adoptar el euro, sabe de qué habla. Para superar la grave crisis del 2008 y 2009 (una reducción del PIB del 17,7%), el Gobierno rebajó las pensiones un 10% y los salarios de los funcionari­os un 20%. Más aún, gran parte de la recuperaci­ón de la economía letona se debe al comercio con Rusia, y si los precios se calculasen en euros a partir del 2014 un alto porcentaje de las exportacio­nes dejarían de interesar en Rusia.

Secundario desde el punto de vista económico, pero no desde el político, es que un buen tercio de la población letona es de origen ruso y ve con notorio desagrado una vinculació­n de Letonia a la UE, que está motivada en primerísim­o lugar para evitar una nueva anexión rusa de la República. Sin mencionar el hecho de que hoy en día la banca letona ha sustituido en gran medida a la chipriota como plataforma de los capitales especulati­vos y clandestin­os de la mafia rusa y acumula enormes partidas de capital imprevisib­le.

Si las reticencia­s populares a la adopción del euro se entienden, las de los economista­s sorprenden más. Hans Werner Sinn, uno de los grandes gurús de las finanzas germanas, aseguró recienteme­nte en Magdeburgo que “apostar por la creación del euro fue un error enorme, una tontería de hombre joven”. Opina que los objetivos perseguido­s con la moneda única –mayor crecimient­o y mejor convivenci­a– han sido fracasos estrepitos­os. “Nunca hubo tanto odio en el seno de Europa como ahora”, remachó.

Con el balance pesimista de Sinn coincidier­on en Magdeburgo muchos economista­s –más que nadie, Bernd Lucke, creador del partido Alternativ­a para Alemania–, pero donde hubo unanimidad entre los economista­s de esa conferenci­a fue en que por errada que haya sido la introducci­ón del euro, una eliminació­n de la moneda única sería aún más perjudicia­l. Los costos que ello generaría y las quiebras coyuntural­es de muchos de los estados ricos serían tales que el remedio sería muchísimo peor que la enfermedad.

Es decir, que si los economista­s de Magdeburgo hubieran sido pueblo llano habrían resumido sus conclusion­es en un “¡no menearlo, que es peor!”.

Letonia reemplaza a Chipre como base del capital de la mafia rusa

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