El PP blinda a Rajoy para alejar el caso Bárcenas del Congreso
Los populares acusan a la oposición de ser rehén del extesorero “delincuente”
El preso Luis Bárcenas no marcará la agenda política del Gobierno ni la del Parlamento. Al menos mientras el PP siga teniendo la mayoría absoluta. Ese es el mensaje. La realidad es otra cosa. Porque para ello, el PP no puede más que poner en marcha el rodillo parlamentario y romper puentes con la oposición para blindar la figura del presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, y evitar que tenga que acudir al Congreso hasta después del verano. Los populares rechazaron en la Diputación Permanente las numerosas peticiones de una comparecencia monográfica sobre la presunta financiación irregular del PP e impusieron la desaparición de la sesión de control del pleno previsto para la semana que viene.
Mientras, Rajoy mantenía su silencio. Ayer, se reunió en la Moncloa con representantes del tercer sector evitando el contacto con la prensa e ignorando cualquier alusión a la corrupción y a las novedades que arrojaba desde los juzgados el caso Bárcenas, como la citación a declarar como testigo de la secretaria general del partido, María Dolores de Cospedal.
En el Congreso, la doble maniobra parlamentaria del PP despertó una enorme indignación en las filas de toda la oposición. El malestar se tradujo horas más tarde en un debate tremendamente bronco y plagado de acusaciones mutuas entre el portavoz del PP, Alfonso Alonso, y el resto de portavoces, entre ellos Alfredo Pérez Rubalcaba. Los ánimos se habían ido caldeando a medida a avanzaba el día. Primero, cuando se supo que el PP había decidido suprimir la sesión de control del pleno de la semana próxima; después, cuando los populares intentaron que la Diputación Permanente, con 29 puntos pendientes, dejara para la noche el debate sobre la comparecencia de Rajoy.
El filibusterismo parlamentario se impuso. La réplica de la oposición fue retirar hasta nueve puntos del orden del día para que el debate sobre Bárcenas estuviese en los telediarios.
En ese clima de enfrentamiento sin concesiones se produjo el esperado debate en que la oposición exigió la presencia del presidente en el Congreso en nombre de la democracia. “En estos cinco años (desde que comenzó el sumario de Gürtel) el PP ha mentido sistemáticamente”, acusó el secretario general de los socialistas, Alfredo Pérez Rubalcaba, quien decidió tomar la portavo- cía de su grupo para poner más del relieve el alcance del enroque de Rajoy. “Hemos pedido 6 veces que el presidente explique el caso Bárcenas... Queremos que nos cuente si es verdad o mentira lo que de él ha dicho el señor Bárcenas”, exhortó Rubalcaba antes de anticipar las graves consecuencias de la decisión adoptada por el PP: “Lo que van a votar es malo para Rajoy, para la Cámara y para la democracia”.
Pero el PP no había ido a la sesión a poner la otra mejilla, sino a pasar al ataque. Alfonso Alonso negó que Rajoy no haya dado explicaciones suficientes sobre Bárcenas en el Congreso, que exista cualquier sombra de duda sobre las cuentas de su partido e incluso que el resto de partidos tengan el suficiente peso moral para poner en duda la palabra del presidente. “Nosotros somos libres y ustedes rehenes de la estrategia que marca Bárcenas”, dijo Alonso, aludiendo al exsenador del PP como a un “delincuente” al que se concede más fiabilidad que al presidente del Gobierno. “Saben que no hay base para esta comparecencia. Saben que Rajoy es una persona honrada, pero necesitan esta mentira”, acusó Alonso. Luego llegó el ataque, al PSOE por los ERE, a ERC el patriotismo para cobrar como diputados y a Amaiur el no condenar “el tiro en la nuca”.
La oposición no quería oír las excusas del PP, sino demostrar que el Gobierno presume de una transparencia que no practica. La misma transparencia que el PP exige a la Generalitat en Catalunya, tal y como puso de relieve el portavoz adjunto de CiU, Pere Macias, después de leer las muchas y reiteradas peticiones que Alicia Sánchez-Camacho ha realizado en el Parlament.
“Estamos en una causa para regenerar la democracia”, justificó Cayo Lara la petición de la Izquierda Plural para que Rajoy responda a la acusaciones de Luis Bárcenas. “Este país no está para
maniobras de distracción ni políticas del avestruz”, denunció el líder de IU en clara alusión a la negativa de Rajoy a acudir a la Cámara para responder a las preguntas de los grupos políticos. “No nos comemos a nadie; (sólo) preguntamos”, le dijo el republicano Alfred Bosch a los miembros del PP, antes de aconsejarles que “les haría mucho bien comparecer para explicarse”.
La primera víctima provisional del conflicto político es el consenso en torno a la ley de transparencia. A la luz de lo sucedido ayer no puede extrañar que la ponencia convocada de nuevo para avanzar en una ley esencial para luchar contra la corrupción volviese a quedar congelada.
El PSOE descartó cualquier posibilidad de alcanzar un nuevo acercamiento en las próximas semanas, mientras fuentes del PP asumían que es probable que haya que buscar de nuevo el consenso en el trámite del Senado.