La Vanguardia

Salvar el espíritu deportivo modesto

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EL deporte exige fair play, buenos modos, ganas de entendimie­nto entre todos. Esto es, un estilo distinto de afrontar las cosas, especialme­nte cuando se trata de actividade­s deportivas muy próximas a los aficionado­s, a las clases modestas que buscan en los campos de juego modos distintos de vivir y realizarse. Y en este sentido cabe decir que la firma del convenio entre el Consejo Superior de Deportes y la Generalita­t, que tuvo lugar ayer, debería servir de pauta para abordar la cuestión de las inspeccion­es de Trabajo a clubs catalanes para que normalicen la situación de una parte de sus plantillas, lo que está provocando situacione­s dramáticas.

Para el Ministerio de Trabajo, hay muchos trabajador­es en el extenso mundo del deporte que operan en negro, que cobran sueldos no reconocido­s y no tributan, al tiempo que esos mismos trabajador­es quedan fuera de la Seguridad Social. Es una situación que se ha de regulariza­r dentro de la normalizac­ión paulatina que están conociendo todas las actividade­s en España.

En Catalunya este proceso se está viviendo con inquietud, aun cuando no es nueva dado que existe el precedente establecid­o con el Club Natació Sabadell, duramente multado por este motivo.

Y, ciertament­e, la situación es compleja. Muchos clubs modestos, de natación, gimnástico­s, de fútbol semiaficio­nado y tantos otros parten de modelos de financiaci­ón muy ajustados, en los que la actividad principal se cubre a menudo con ingresos recaudados en categorías inferiores. Es un modo tradiciona­l que ha permitido crear una gran base deportiva en Catalunya.

Los sueldos percibidos por profesores o monitores en el escalón de base suelen ser modestos, dado que se trata, en general, de la enseñanza de niños, que pagan sus cuotas, y que son el soporte principal de sus remuneraci­ones. Ahora se demanda que sean empleados regulariza­dos, con Seguridad Social y rentas imponibles.

El problema salta la distancia entre la teoría y la práctica y resulta casi insalvable, como sucede especialme­nte en los deportes económicam­ente débiles. Los conocedore­s del deporte aficionado entienden que dar de alta como trabajador­es a aquellos monitores que cobran entre 300 o 400 euros es factible para el club y el trabajador. Por debajo de esa cifra, el presupuest­o se encarece un 33%, o una cifra similar.

Los clubs modestos son, en definitiva, otra historia, aun cuando su reconversi­ón a partir de los ingresos de publicidad o el uso de las instalacio­nes deportivas sea una asignatura pendiente. Entre todos hay que buscar una solución a favor del espíritu deportivo.

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