Nelson Mandela, invicto
Le habrá vencido la muerte, como a todos los seres vivos, pero sólo ella. Nelson Mandela, un héroe en el sentido más completo porque luchó y venció. Otros héroes lo son merecidamente por su esfuerzo, pero muchos no lograron la victoria. En cambio, el líder sudafricano no pagó en balde 27 años de prisión por acabar con el apartheid que oprimía a su pueblo. Liberado de los trabajos forzados en 1990, cuatro años después fue elegido presidente de una Sudáfrica democrática multirracial. Contaba 76 años y su gran fortaleza física y anímica quedaba acreditada.
Han transcurrido catorce años desde que Mandela dejó la presidencia, en 1999, y la Sudáfrica de hoy día no cumple plena- mente las expectativas creadas. No es aquella “nación arco iris” en que confiaba el arzobispo Desmond Tutu, también opositor del apartheid. Sabemos que persisten las bolsas de pobreza con los consiguientes estallidos de violencia, que hay accesos de xenofobia, que el virus del sida asuela, que la corrupción hace mella en el Gobierno del actual presidente Zuma. Sin embargo, nada de esto ensombrece el triunfo de Nelson Mandela, ya que su legado persistirá y dará frutos progresivamente.
Una analogía la hallamos en la Revolución Francesa de 1789, la cual, tras sufrir el reinado del terror, el golpe de Estado de Napoleón y la restauración monárquica, resurgió indeleble con el restablecimiento de la República. Una revolución que al derrocar el absolutismo y dar paso a un nuevo régimen, el burgués, sentó las bases de la democracia y dio forma a los derechos humanos de que gozamos. Al igual que la revolución de 1789 hizo ilegítima la monarquía absoluta, la victoria de Mandela convirtió en ilegítimo un apartheid que hacía imposibles la democracia y la igualdad de derechos de todos los sudafricanos.
Mandela dotó a Sudáfrica de instrumentos para caminar hacia la justicia, la honestidad y el reparto equitativo de los recursos. Si bien los saltos hacia adelante no son fáciles ni rápidos, como vino a demostrar la Revolución Francesa, contar con las bases adecuadas lleva a la victoria, como asimismo quedó demostrado en la Francia del antiguo régimen. El pueblo sudafricano le nombra Madiba, y le ama como a héroe y como a hombre bueno.