Princesa saudí y negr
Una criada keniana declara haber sido retenida contra su voluntad
Llevaban una vida de lujos en una de las áreas más selectas de Los Ángeles. Cada vez que la princesa saudí Meshael Alayban llegaba con su familia a Estados Unidos ocupaba cuatro enormes apartamentos en un complejo residencial, donde eran atendidos a cuerpo de rey por sus cinco sirvientas. Sin embargo, parece que Alayban, de 42 años, una de las esposas del príncipe Abdul Rahman bin Naser bin Abdulaziz al Saud, no se molestó en respetar las leyes vigentes en California, y ahora se encuentra metida en un serio problema.
Una de sus criadas, una mujer keniana cuyo nombre no ha sido revelado, escapó el martes de la residencia con una maleta en la que llevaba sus pertenencias y un folleto del Departamento de Estado denunciando el tráfico de personas. Cuando subió a un autobús en Irvine, en el condado de Orange, un área de gente adinerada y conservadora al sur de la ciudad, logró llamar la atención de una pasajera que, al escuchar las quejas de la mujer africana, no dudó en contactar a la policía.
Ante las autoridades, la empleada del hogar contó que Alayban le hacía trabajar siete días a la semana en agotadoras jornadas de 16 horas, en las que tenía que cumplir con todo tipo de tareas en los cuatro apartamentos. Lo peor era que solamente le abonaba 220 dólares al mes (168 euros), a pesar de que le había pro- metido 1.600 (1.230 euros) cuando fue contratada en Kenia.
Por si fuera poco, le había retenido su pasaporte y le prohibía salir sola del edificio. De inmediato, y con una orden del juez, la policía irrumpió en el complejo residencial, deteniendo a la saudí. Las otras cuatro domésticas, todas filipinas, explicaron que se encontraban en una situación similar a la de la denunciante. Sin embargo, las autoridades optaron por dejarles ir sin presentar acusaciones por su situación. El juez, para evitar que la princesa, quien llegó a Los Ángeles en ma-