El BCE dice que será flexible a la hora de mantener los estímulos
El Banco Central Europeo (BCE), en su boletín de julio, defendió su decisión de ofrecer una comunicación precisa sobre la orientación de la política monetaria porque puede promover la estabilidad de los mercados y, más importante, aseguró que los tipos de “pueden rebajarse aún más si los cambios en las perspectivas para la estabilidad de precios lo justificasen”. El presidente del BCE, Mario Draghi, afirmó tras la reunión del del 4 de julio que la institución mantendrá “por un periodo prolongado” los actuales tipos, que se encuentran en el mínimo del 0,5%, sin excluir la opción de nuevas bajadas. Fue una revolución. Hasta los tremendos estragos de la Gran Recesión, todos y cada uno de los banqueros centrales de las economías avanzadas especificaban en las ruedas de prensa: “We never pre-commit ourselves” (no nos comprometemos nunca de antemano). Ayer, el boletín del BCE trató de matizar la interpretación de las palabras de Draghi –un “extenso periodo de tiempo” equivalente a, al menos, un año. Indicó que el “periodo prolongado” es “un horizonte temporal flexible que, si bien no tiene fecha final predefinida, está supeditado a la valoración por el Consejo de las variables económicas fundamentales que determinan la inflación”. O sea que los tipos seguirán minúsculos mientras la inflación no supere el 2%.
Pero el BCE está dividido como demostró el presidente del Bundesbank, Jens Weidmann, negando un “cambio de estrategia” de la institución y advirtien- do que con esta decisión la institución “no se ha atado al mástil como Ulises”. En un discurso en Munich, incidió en que el anuncio del BCE supone un intento de explicarse de forma “más sencilla y comprensible”. Pero, remachó, “no es un compromiso incondicional adelantado de la senda de los tipos”, y no descartó una subida si aumenta la inflación.
Por su parte, el Banco de Japón mantuvo su política expansiva y revisó al alza su valoración de la economía del país, certificando que la recuperación empieza a asentarse de forma moderada, algo que no ocurría desde enero del 2011. El gobernador del Banco de Japón, Haruhiko Kuroda, ha conseguido una inflación del 0,6% después de seis meses de deflación.