Querida Christine...
CHRISTINE Lagarde es una persona espléndida. Tiene 13 años menos que Raffaella Carrà y su impecable melena canosa no envidia nada a la de la italiana. Además, mientras la septuagenaria artista sólo es un aparente subproducto televisivo de los años sesenta-setenta, la francesa tiene una biografía que quita el hipo. Basta decir que es directora gerente del Fondo Monetario Internacional, cargo en el que sustituyó a su compatriota y presunto proxeneta, Dominique Strauss-Kahn, otro canoso inquietante. Conmovedor, máxime si tenemos en cuenta que Lagarde se ha librado por los pelos de ser procesada por un multimillonario trato de favor al empresario galo Bernard Tapie en el 2007, siendo ministra de Finanzas de Sarkozy. La generosa estadista no para de dar consejos para evitar el colapso del capitalismo neoliberal. Anda tan preocupada la señora que no para de recomendar a España que rebaje aún más los salarios. Ahora dice que un 10% me- nos. Poco importa que el sueldo medio bruto patrio sea casi un 25% inferior al de los vecinos galos. A fin de cuentas, alguien debe de pensar que en la costa sur europea nadie merece una remuneración superior a la de algunos proletarios de Estados Unidos: 8,4 dólares la hora, sin ningún complemento que se asemeje a la Seguridad Social o a una mínima cobertura sanitaria. En las cadenas de comida rápida empiezan a hacer huelga. Les da lo mismo que algunos de sus colegas también estén maltratados salarialmente en China o en la mismísima Alemania, donde no paran de ver la luz denuncias por condiciones laborales pseudoesclavistas. Pero tranquila, Christine. Aquí haremos lo que usted desee. Siempre a sus pies.