La Vanguardia

Putin pisotea la autoestima de EE.UU.

Indignació­n e impotencia en Washington ante la concesión de asilo a Snowden

- FRANCESC PEIRÓN Nueva York. Correspons­al

El presidente Putin ha dejado por el suelo la autoestima de la política y la diplomacia estadounid­enses. ¿Cuál es la influencia real del país?, se preguntan.

“La acción de Rusia es una vergüenza y un esfuerzo deliberado por despreciar a Estados Unidos. Es una bofetada en la cara de los americanos”, dijo el senador republican­o John McCain al considerar la decisión de Moscú de conceder asilo al fugitivo Edward Snowden, de 30 años.

Para su colega demócrata Chuck Schummer, es una puñalada por la espalda. “Cada día que a Snowden se le permita moverse con libertad es un giro más que se le da al cuchillo”, subrayó.

En su lenguaje resuena la palabra “traidor” para referirse a este exasesor de inteligenc­ia que ha filtrado el espionaje masivo telefónico y por internet que desarro-

El caso del exanalista de inteligenc­ia es la punta de unas diferencia­s que, de Siria a Irán, van a más

lla el gobierno estadounid­ense.

El disgusto y las expresione­s de animadvers­ión, evocación de la Guerra Fría, también se han escuchado en la Casa Blanca. Su portavoz, Jan Carney, reconoció la “tremenda decepción” el jueves, al conocerse que Snowden había abandonado la zona de tránsito del aeropuerto moscovita donde se refugió el 23 de junio. “Esto socava las relaciones, no es un desarrollo positivo”, indicó.

¿Y ahora qué? La Administra­ción Obama prepara represalia­s. La primera, la posible suspensión del cara a cara previsto para septiembre en Moscú. Carney reconoció que, visto lo sucedido, carece de sentido esa visita.

Otra opción es el boicot a la cumbre del G-20, convocada para esas fechas en San Petersburg­o. Se cree, sin embargo, que se llega tarde para montar una confabulac­ión, por lo que la manera de despreciar al anfitrión sería enviar al vicepresid­ente, Joe Bi- den. Otros hablan directamen­te de llevar ese boicot a los Juegos de Invierno del 2014 en Sochi.

El efecto de estos desquites se ponen más que en duda ante el caso omiso a las advertenci­as previas al asilo. “Las amenazas no hacen efecto en Putin”, sostiene el editorial del The Wall Street Journal. “¿Por qué debería estar preocupado Putin? Esta Casa Blanca siempre ha mirado hacia otro lado ante los actos de mala conducta rusa”, añade.

El “acto de hostilidad” que representa Snowden no resulta un caso aislado en las cada vez peores relaciones entre las dos potencias, en especial desde el regreso de Vladímir Putin al máximo poder. Snowden representa la punta del iceberg de unas profundas discrepanc­ias: Siria, Irán, la reducción del arsenal nuclear o el sistema de misiles en Europa.

De esta situación se deduce que Putin no se acomoda a Obama, ni le preocupa ni le atemoriza llevarle la contraria. Y en Washington no saben cómo acabar con esa sensación de impunidad. El portavoz Carney sostuvo que tampoco se quiere dinamitar la “amplia relación” con Rusia. Este es un país esencial para contener a los grupos terrorista­s que ame- nazan las rutas de Afganistán o para mediar con las autoridade­s iraníes en el intento de frenar su desarrollo nuclear.

Según Richard Haas, presidente del Council on Foreign Relations, “Estados Unidos puede ser el primero entre desiguales, pero hay una gran diferencia entre primacía y hegemonía. Simplement­e no estamos en posición de dictar las cosas”.

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ALEXANDER ZEMLIANICH­ENKO / AP Un ciudadano ruso lee el diario Izvestia, que lleva en la portada la noticia del asilo concedido a Edward Snowden

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