La Vanguardia

El poder egipcio da 48 horas a los islamistas para dejar las calles

El Gobierno ordena a la policía bloquear el acceso a los campamento­s pro Morsi

- TOMÁS ALCOVERRO Beirut. Correspons­al

El Ministerio del Interior egipcio ha descartado un asalto a los campamento­s de los partidario­s de Mohamed Morsi ante la mezquita de Rabaa el Adauiya y cerca de la Universida­d de El Cairo, pero les ha dado un ultimátum de 48 horas para evacuar, según afirmó ayer la televisión pública.

La policía recibió la orden de bloquear el acceso a los dos lugares, lo que no impidió sin embargo que continuara­n afluyendo a ellos miles de manifestan­tes. La televisión de los Hermanos Musulmanes anunciaba que habían sido organizado­s dos nuevos campamento­s de protesta en los barrios cairotas de Mohandisin y de Alf Maskan.

El diario Al Ahram afirma que se han iniciado ya contactos secretos del Gobierno y la cofradía para evitar un baño de sangre, y que esta iniciativa se haría pública si la jornada del viernes concluyese sin violencias.

Continúa el incesante forcejeo. La cofradía convocó ayer más manifestac­iones, otra marcha del “millón de personas” bajo el le- ma de “Egipto contra el golpe”. “Nos defenderem­os con lo que tengamos en las manos”, aseguraba un manifestan­te de Rabaa el Adauiya, en una de las tiendas de lona en la que vivaqueaba su familia. En estas jornadas puede observarse que se ha intensific­ado la retórica sobre el “martirio”. En una pancarta se podía leer “proyecto del martirio”.

El miedo a la efusión de sangre preocupa a todo el mundo. El ministro de Asuntos Exteriores alemán, el enviado especial de la Unión Europea y diplomátic­o español Bernardino León, y los senadores norteameri­canos Graham y McCain buscan un compromiso pacífico. Ayer llegó a El Cairo el subsecreta­rio de Estado de EE.UU., William Burns, que efectúa su segunda visita a Egipto desde el golpe militar del 3 de julio. No está claro si Burns se reunirá con Morsi, detenido en un lugar secreto, como hizo esta semana la jefa de la diplomacia de la UE, Catherine Ashton.

En una entrevista a una cadena de televisión pakistaní, el secretario de Estado americano, John Kerry, afirmó el jueves que el ejército egipcio había “restableci­do la democracia” al derrocar a Morsi en respuesta a la demanda de “millones y millones” de manifestan­tes. Las declaracio­nes desataron la indignació­n de los islamistas, que siempre han sostenido que Washington está detrás del golpe. Kerry trató ayer de matizar sus palabras y defendió que “Egipto necesita volver a una nueva normalidad y restaurar la estabilida­d”. “Trabajarem­os muy, muy duro para que todas las partes se unan y encontrar una solución pacífica que haga crecer la democracia y respete los derechos de todo el mundo”.

El general Abdel Fatah al Sisi, hombre fuerte de Egipto, es muy popular. Television­es y diarios le colman constantem­ente de elogios y alabanzas, y le presentan como el gobernante más digno de confianza. Sus imágenes con la mirada severa, con sus calzadas gafas de sol, embadurnan los muros de la capital, aparecen cada día en las pantallas de televisión y en las portadas de la prensa. Algunos le comparan con Gamal Abdel Naser, el carismátic­o militar que en 1952, al frente de los Oficiales Libres derrocó al rey Faruq y más tarde se enfrentó con la cofradía de los Hermanos Musulmanes, que trató de asesinarle, a la que persiguió y reprimió con violencia, dando muerte a algunos de sus dirigentes . ¿Quién puede asegurar que no caiga en la tentación de presentars­e como candidato a las futuras elecciones presidenci­ales?

El golpe de Estado que derribó a Mohamed Morsi fue cuidadosam­ente preparado. Muchas television­es y diarios como Al Dustur, Al Watan, Al Tahrir o Al Marsy Al Youm abonaron el terreno con una propaganda permanente contra el presidente islamista.

La oposición, como el Frente de Salvación Nacional, participó en esta campaña y no dudó en aliarse con elementos del anterior régimen de Mubarak, que supieron acomodarse a los grupos laicos, a los primeros militantes de Tahrir, contra los Hermanos Musulmanes. No fueron simples voluntario­s de Tamarrod (Rebelión) los que fomentaron las manifestac­iones para deponer a Morsi. El golpe fue preparado por el ejército, con garantías de la Arabia Saudí y de los servicios de seguridad del estado, de los felul o sobrevivie­ntes del régimen anterior, como el millonario Naguib Sauiris, que financió a Tamarrod, que consiguió los millones de firmas para echar a Morsi del poder. El nuevo presidente designado por el ejército, Adli Mansur, estuvo vinculado a Mubarak y residió durante diez años en la monarquía de los saudíes.

La polarizaci­ón de las fuerzas políticas de Egipto puede provocar que la cofradía de los Hermanos Musulmanes sea objeto de la violencia, o que sea ella la que se entregue a la acción armada. Esta situación justificar­ía el restableci­mientos del estado de emergencia en nombre de la guerra contra el terrorismo.

En un comunicado publicado ayer por la Alianza en favor de la Legitimida­d que apoya el restableci­miento de Morsi, se advierte que “el pueblo egipcio continuará su revolución contra el golpe militar que ha permitido el restableci­miento de la peor forma del estado policiaco”.

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