Túnez lanza la mayor ofensiva contra los yihadistas del sur del país
Las fuerzas de seguridad tunecinas han lanzado la mayor operación antiterrorista en el monte Shambi, cercano a la frontera con Argelia, después de una noche de escaramuzas, informó un portavoz del ejército tunecino. Ocho militares murieron el 29 de julio al caer en una emboscada de los grupos yihadistas que ac- túan en la región de Kaserin. Algunos de ellos fueron degollados.
El ministro del Interior argelino, Daho Uld Kablia, anunció el jueves que habían reforzado la frontera con Túnez por los problemas del país vecino.
Un gendarme tunecino fue la primera víctima mortal de los ataques yihadistas en diciembre pasado. A pesar de sus reticencias iniciales, Túnez acabó solicitando la ayuda de asesores argelinos. Nadie conoce mejor la zona desde la época de la guerra de liberación de Argelia, que tenía a sus efectivos militares instalados en el territorio tunecino que acababa de obtener la independencia.
La interrelación entre ambos países se ha reanudado en los dos últimos años por la vía del terrorismo yihadista. El exlíder de Al Qaeda en el Magreb Islámico (AQMI) y actual dirigente de la falange Los que Firman con San- gre, Mojtar Belmojtar, tiene gran protagonismo en lo que está ocurriendo en Túnez, según una fuente próxima a un ejército magrebí. Belmojtar no sólo convenció a quienes querían partir a hacer la yihad a Siria de quedarse en el Gran Magreb sino que integró a yihadistas tunecinos en sus filas. Según las mismas fuentes, fue él quien permitió que una decena de tunecinos participaran en el asalto al complejo gasístico argelino de Ain Amenas en enero pasado. Era una manera de hacerlos sentirse importantes.
Cuando el Gobierno de Túnez decidió declarar zona militar su parte del Sáhara, Belmojtar se encargó de tejer alianzas con los contrabandistas que circulaban por la región para que les permitiera seguir pasando armas procedentes de Libia.
El primer ministro tunecino, el islamista Ali Larayed, tiene todos los frentes abiertos. Además del terrorismo, al que tiene que hacer frente con un ejército y una gendarmería escasamente dotados y preparados, la oposición le exige que dimita después que el 25 de julio se produjera el segundo asesinato político en cinco meses. La mayor fuerza sindical del país pide un ejecutivo de unidad nacional y mantener la asamblea constituyente para continuar el proceso político iniciado con la expulsión de Ben Ali.