La Vanguardia

Los tesoreros

- Francesc de Carreras

En las antiguas películas de detectives el primer sospechoso era siempre el mayordomo, un tipo envarado, antipático y eficaz: sobre él parecían recaer, en principio, todas las culpas. Sólo al final de la película se sabía toda la verdad.

En los actuales partidos políticos españoles hay un personaje parecido: el tesorero. Un tipo insólito: dotado de los máximos poderes financiero­s, al parecer hace y deshace sin control de nadie. Cuando asoma alguna anomalía contable, cualquier entrada y salida de dinero sin justificar, la culpa es suya y sólo suya. Los demás, sus jefes, no sabían nada del asunto. Por lo visto, todo el proceso fraudulent­o ha estado a su cargo: él ha obtenido el dinero de fuentes ocultas, lo ha desviado al partido y lo ha repartido adecuadame­nte. Nadie más se ha enterado. Unos tipos muy completos, estos tesoreros.

En realidad, estas explicacio­nes no son creíbles. Son muchos más los que tienen que estar implicados para que se pueda llevar a término este trasiego de donaciones ilegales, favores fraudulent­os a los donantes y falsificac­ión de apuntes contables. Pero cuando hay que dar explicacio­nes la culpa sólo recae en los tesoreros. Nunca aconsejarí­a a un amigo que aceptara ser tesorero de un partido. Fácilmente puede acabar en la cárcel por obedecer a sus jefes que, tan campantes, seguirán en sus puestos.

Esta semana, tanto Artur Mas como Mariano Rajoy han comparecid­o ante sus parlamento­s respectivo­s para dar cuenta de sus responsabi­lidades, en relación con la financiaci­ón ilegal de sus partidos, en los casos Palau y Bárcenas. De entrada, que es-

Nunca aconsejarí­a a un amigo que aceptara ser tesorero de un partido; fácilmente puede acabar en la cárcel por obedecer a sus jefes

tas sesiones de control parlamenta­rio se hayan celebrado el 31 de julio y el 1 de agosto, fechas ambas, como es sabido, de plena actividad laboral y política, ya los convierte en sospechoso­s. El caso Palau hace cuatro años que dura y los manejos de Bárcenas se conocen desde hace meses. No se han dado prisa en comparecer y lo hacen cuando, quien más quien menos, viene, está o se va, de vacaciones. Poca atención prestarán estos días los ciudadanos a tales asuntos.

Las declaracio­nes de ambos presidente­s tienen en común la misma constante: la culpa es del tesorero. En un caso Daniel Osàcar, en otro Luis Bárcenas. Artur Mas llegó a decir que su tesorero tenía “todos los poderes” para hacer y deshacer dentro del partido, “tanto poder” –dijo Mas– que incluso podía “vender patrimonio” sin informar a la dirección del partido. Rajoy se expresó en parecidos términos ¿Ello sucede en alguna otra empresa española? Nada de lo que dicen es convincent­e. De momento los culpables parecen ser los tesoreros: veremos como acaba la película.

Los políticos y los partidos están situados en la cola de todos los rankings de honorabili­dad profesiona­l. No me extraña. Con actuacione­s como la de esta semana no creo que aumente su prestigio.

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