Los tesoreros
En las antiguas películas de detectives el primer sospechoso era siempre el mayordomo, un tipo envarado, antipático y eficaz: sobre él parecían recaer, en principio, todas las culpas. Sólo al final de la película se sabía toda la verdad.
En los actuales partidos políticos españoles hay un personaje parecido: el tesorero. Un tipo insólito: dotado de los máximos poderes financieros, al parecer hace y deshace sin control de nadie. Cuando asoma alguna anomalía contable, cualquier entrada y salida de dinero sin justificar, la culpa es suya y sólo suya. Los demás, sus jefes, no sabían nada del asunto. Por lo visto, todo el proceso fraudulento ha estado a su cargo: él ha obtenido el dinero de fuentes ocultas, lo ha desviado al partido y lo ha repartido adecuadamente. Nadie más se ha enterado. Unos tipos muy completos, estos tesoreros.
En realidad, estas explicaciones no son creíbles. Son muchos más los que tienen que estar implicados para que se pueda llevar a término este trasiego de donaciones ilegales, favores fraudulentos a los donantes y falsificación de apuntes contables. Pero cuando hay que dar explicaciones la culpa sólo recae en los tesoreros. Nunca aconsejaría a un amigo que aceptara ser tesorero de un partido. Fácilmente puede acabar en la cárcel por obedecer a sus jefes que, tan campantes, seguirán en sus puestos.
Esta semana, tanto Artur Mas como Mariano Rajoy han comparecido ante sus parlamentos respectivos para dar cuenta de sus responsabilidades, en relación con la financiación ilegal de sus partidos, en los casos Palau y Bárcenas. De entrada, que es-
Nunca aconsejaría a un amigo que aceptara ser tesorero de un partido; fácilmente puede acabar en la cárcel por obedecer a sus jefes
tas sesiones de control parlamentario se hayan celebrado el 31 de julio y el 1 de agosto, fechas ambas, como es sabido, de plena actividad laboral y política, ya los convierte en sospechosos. El caso Palau hace cuatro años que dura y los manejos de Bárcenas se conocen desde hace meses. No se han dado prisa en comparecer y lo hacen cuando, quien más quien menos, viene, está o se va, de vacaciones. Poca atención prestarán estos días los ciudadanos a tales asuntos.
Las declaraciones de ambos presidentes tienen en común la misma constante: la culpa es del tesorero. En un caso Daniel Osàcar, en otro Luis Bárcenas. Artur Mas llegó a decir que su tesorero tenía “todos los poderes” para hacer y deshacer dentro del partido, “tanto poder” –dijo Mas– que incluso podía “vender patrimonio” sin informar a la dirección del partido. Rajoy se expresó en parecidos términos ¿Ello sucede en alguna otra empresa española? Nada de lo que dicen es convincente. De momento los culpables parecen ser los tesoreros: veremos como acaba la película.
Los políticos y los partidos están situados en la cola de todos los rankings de honorabilidad profesional. No me extraña. Con actuaciones como la de esta semana no creo que aumente su prestigio.