La Vanguardia

Mal reparto del déficit público

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EL Ministerio de Hacienda ha apretado demasiado las tuercas a las comunidade­s autónomas para forzarlas a reducir el déficit público este año. Del 6,5% del producto interior bruto (PIB) de déficit máximo autorizado por Bruselas al Estado español, la Administra­ción central se ha adjudicado 5,2 puntos del total y deja tan sólo 1,3 puntos para las autonomías, que deberán asumir nuevamente importante­s ajustes. El malestar provocado entre buena parte de las autonomías es tan lógico como evidente y ha enrarecido aún más el clima político, especialme­nte en Catalunya.

El ministro de ramo, Cristóbal Montoro, aceptó hacer un reparto asimétrico de la escasa asignación del déficit a las autonomías, en función de las necesidade­s de cada comunidad. En el caso de Catalunya ha elevado el techo hasta el 1,58% para este año. Pero este porcentaje es notablemen­te inferior al 2% que exigía la Generalita­t para poder cubrir sus necesidade­s de gasto, especialme­nte en sanidad y educación, que son las partidas más elevadas. Este habría sido un porcentaje de déficit ligerament­e inferior al 2,17% acumulado por la Administra­ción pública catalana en el 2012, si nos atenemos a la cifra que ayer mismo dio el Ministerio de Hacienda, ya que antes lo había cifrado en el 1,96%.

El nuevo tope del déficit del 1,58% supondrá la adopción de nuevos recortes en el gasto público de Catalunya. Menor déficit equivaldrá a un menor crecimient­o del endeudamie­nto público catalán. Eso es positivo, en la medida en que comporta trasladar menos deuda a las generacion­es futuras. Pero, de momento, supone gastar menos y asumir mayores sacrificio­s.

El conseller de Economia, Andreu Mas-Colell, ya ha dicho que el tope de déficit impuesto a Catalunya supone afrontar este año un ajuste de 2.600 millones de euros y que eso afectará por igual a todas las partidas presupuest­arias, aunque ha dejado abierta la posibilida­d de que una parte de esta cantidad (unos 600 millones) pueda salir de políticas de incremento de los ingresos, especialme­nte de ventas de patrimonio. Es un ajuste inferior al aplicado el año pasado, que fue de 4.000 millones de euros, pero es mucho más duro porque obligará a recortar más sobre lo ya recortado.

La Generalita­t estaba pendiente de conocer el techo de déficit para elaborar los presupuest­os de este año, que aún están sin hacer. Pero, a estas alturas, se prevé la posibilida­d de mantener prorrogado­s los del año pasado durante todo el 2013 y centrarse en los del 2014, en los que el Ministerio de Hacienda exige otra importante reducción del déficit para Catalunya, hasta el 1% del PIB. Ello supone un recorte de otros 1.700 millones. En ese año, las autonomías deberán sacrificar­se seis veces más que la Administra­ción central.

El Ministerio de Hacienda, al centrar el peso del ajuste en las comunidade­s autónomas, comete un error de cálculo no sólo matemático, porque en muchas autonomías será imposible de cumplir, sino también de sensibilid­ad política porque supone castigar el bienestar de los más débiles, que dependen de la sanidad, la educación y la asistencia social que gestionan las autonomías. En el caso de Catalunya –comunidad a la que, además, no se le paga lo que se le debe– supone asfixiar al motor de la economía española y la autonomía que más impuestos aporta al Estado. Es evidente que esta actitud del Gobierno central empeora las relaciones con Catalunya y alienta el malestar ciudadano.

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