Fronteras de la discapacidad
La concejalía de Ángela Bachiller cuestiona los límites de los Down
l acceso a la concejalía de Valladolid de Ángela Bachiller, la joven administrativa de 30 años con síndrome de Down, ha reabierto el debate sobre los límites de las personas discapacitadas. Es la primera persona con este síndrome que accede a un cargo público en España y aunque no tendrá responsabilidad ejecutiva sobre una área concreta, su partido, el PP, ya ha anunciado que le representará en el Consejo Mundial de la Discapacidad.
El gerente de Down España, Agustín Matia, fue el primero en señalar que se trata de “una noticia muy positiva, que acerca la política a los parámetros de inclusión e igualdad”, pero todavía
ACCESO A LAPOLÍTICA No se discute la representatividad, sino su capacidad ejecutiva sobre áreas concretas VOZ PROPIA Participar en política facilita a los discapacitados luchar por sus intereses
“hay muchas fronteras y mitos que derribar, en sus logros personales, en la percepción de su calidad de vida, en el reconocimiento de sus derechos al ocio, a la sexualidad, al trabajo, a la vida independiente...”. Y señala que “es paradójico que el reconocimiento de Ángela suceda cuando hay jóvenes de la misma edad y mismas condiciones que no tienen derecho al voto”. Se calcula que en España hay unas 80.000 personas a las que el juez ha incapacitado jurídicamente y les ha quitado el derecho al sufragio.
Esta misma semana el PP e IU se han apresurado a proponer una reforma de la ley Electoral para que no se anule el derecho al voto de las personas con discapacidad.
Ignacio Calderón, profesor de Didáctica de la Universidad de Málaga, afirma que “la política no es una profesión, sino que forma parte de nuestra naturaleza social. Necesitamos gestionar el bien común, y en democracia eso significa que todas las personas han de poder participar. Mujeres y hombres, ricos y pobres, personas con y sin discapacidad... Es una cuestión de justicia, entre otras cosas porque los colectivos que no están representados en las instituciones son sistemáticamente obviados en las políticas que se adoptan”. En su opinión, es ilustrativo que las políticas de ayuda a la dependencia estén heridas de muerte o que el apoyo al alumnado con necesidades educativas específicas haya sido drásticamente recortado. “Si las personas con discapacidad estuvieran suficientemente representadas, esto no habría ocurrido”, añade. “No deberíamos preguntarnos si pueden gobernar, sino si estamos dispuestos a que participen en la toma de decisiones y defiendan sus intereses”.
Ángela Bachiller es una muestra de cómo se han ensanchado los límites de las personas con síndrome de Down. Ya no se discute su representatividad, sino en todo caso si pueden ocuparse de ciertos asuntos. Para algunos expertos, su situación intelectual no le permitirá encargarse, por ejemplo, de los problemas de los bomberos de su ciudad.
Pero esa presencia pública ha permitido, por ejemplo, que en el Parlamento británico todos sus documentos se publiquen con técnicas de lectura fácil. “Si en las reuniones de nuestra propia fundación están personas con síndrome de Down, hablamos de otra manera, de forma clara para que todos nos podamos entender”, reflexiona Glòria Canals, directora de la Fundació Aura, 25 años dedicada al empleo con
apoyo en empresas ordinarias.
“¿Puede un auxiliar administrativo ser concejal? Porque esa es la pregunta, no si puede serlo una persona con síndrome de Down”, indica la psicóloga clínica Beatriz Garvía, coordinadora de atención terapéutica de la Fundació Catalana Síndrome de Down. A su juicio, las personas con este síndrome pueden y deben estar integradas laboralmente y desarrollarse en empresas ordinarias siempre que den el perfil requerido para su puesto de trabajo. “Si no es así, se puede producir una situación de estrés, por sobreexigencia o de rechazo del resto de los compañeros”.
El síndrome de Down es un conjunto de síntomas que provocan perfiles personales diversos. Pero todos los que tienen ese cromosoma de más comparten una discapacidad intelectual ligera o media, un determinado fenotipo y tienen predisposición a unas en- fermedades específicas. “Deben ser conscientes de sus dificultades intelectuales, pero sus capacidades pueden ser muchas y diversas y les pueden permitir una vida independiente, con los apoyos necesarios”. La integración en la escuela y en la empresa ordinaria ha normalizado la presencia de los Down. “Es cierto que el manejo del dinero es más difícil en su caso y que les cuesta el conocimiento simbólico; es cierto que no se plantearán una carrera de Medicina, pero muchos podrán desarrollar una FP, vivirán solos, se ocuparán de su nevera y tendrán amigos y vida social”, describe Beatriz Garvía.
Al fin y al cabo, como señala Ignacio Calderón, “los límites son construcciones culturales que organizan la vida, pero la historia está cargada de personas que han conseguido desplazar esos límites de lo que consideramos normal”.