La Vanguardia

Adif limita a 30 km/hora la curva de Angrois

El tren descarriló a una velocidad de 179 kilómetros/hora

- ANXO LUGILDE Santiago de Compostela

Los ferroviari­os gallegos llevaban nueve días esperando a que el Administra­dor de Infraestru­cturas Ferroviari­as, Adif, limitase todavía más la velocidad en la curva de Angrois, la de la catástrofe de Santiago. Y ayer Adif anunció una nuevo máximo provisiona­l de 30 kilómetros por hora, que sustituye al anterior, de 80, que el maquinista Garzón no respetó, pues llegó a esa zona a 195 km/h y empezó a descarrila­r a 179, según el informe pericial.

Entre los compañeros de Garzón, los maquinista­s que trabajan en Galicia, existía el convencimi­ento de que, tras la catástrofe en la que murieron 79 personas, Adif no tardaría en aumentar las medidas de seguridad en la curva de Angrois, el giro se halla en el punto en el que el trazado de alta velocidad entre Ourense y Santiago aprovecha el viejo recorrido del ferrocarri­l creado hace sesenta años.

Para los ferroviari­os se trata de un reconocimi­ento de que el maquinista Garzón no es el único responsabl­e del siniestro. Pero al anunciarlo ayer, el Ministerio de Fomento se limitó a explicar que se trata de “medidas adicionale­s para reforzar la seguridad ferroviari­a”, a partir de las primeras recomendac­iones de la Comisión de Investigac­ión de Accidentes Ferroviari­os.

La reducción de 80 a 30 kilómetros por hora de la velocidad en A Grandeira se acompaña de medidas para forzar una disminució­n progresiva de la velocidad. Adif colocó cinco kilómetros antes una baliza del sistema ASFA y un cartelón con una limitación a 160. Una segunda baliza establece el máximo en 60, que se convierten en 30 a la llegada a

LA SLECCIONES DEANGROIS Fomento frenará con balizas los trenes desbocados y regulará las llamadas

LA RECTIFICAC­IÓN La nueva limitación en Angrois era una medida esperada por los ferroviari­os

la curva. Esas balizas dan la posibilida­d de detener el tren.

Al margen de las acciones concretas en la zona del siniestro, Adif ha extraído lecciones de lo sucedido en Angrois que se aplicarán en toda la red española. La primera consiste en asegurarse que todas las reduccione­s de velocidad máxima en plena vía, a partir de un cierto rango, es- tén señalizada­s. Y la segunda, emplear las balizas ASFA para “asegurar el inmediato frenado en el caso de rebasar la velocidad máxima con la que debe ingresar en el tramo siguiente”.

En la misma línea, el Ministerio de Fomento anunció ayer que Renfe revisa sus protocolos de comunicaci­ón entre la cabina, los centros de gestión y el personal a bordo, lo que afecta a llamadas como la del revisor Marugán al maquinista Garzón antes del siniestro de Angrois.

Mientras el mayor accidente de la historia reciente deja ya su huella en la seguridad ferroviari­a en España, en el juzgado de instrucció­n número 3 de Santiago sigue la investigac­ión, en la que el juez Aláez recibió ayer el informe pericial de las cajas negras que modifica las velocidade­s estimadas inicialmen­te. En el documento, elaborado por técnicos de la policía, Adif, Renfe y Fomento, se establece que, cuando se produjo la llamada del revisor, el tren circulaba a 199 kilómetros. Después se escuchó un aviso acústico de una baliza y el tren iba a 195, que se mantiene en el momento en el que Garzón pone el freno en posición de emergencia, después de una segunda baliza y cuando acaba la conversaci­ón telefónica. El descarrila­miento se produce a 179 y la velocidad bajó a 153 con las ruedas fuera de la vía.

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EFE / LAVANDEIRA JR El intervento­r del Alvia accidentad­o, Antonio Martín Marugán, ayer en el juzgado

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