Cigüeñas sobre MÓNACO
Quienes vieron a Carlota Casiraghi el pasado fin de semana en Eugénie-lesBains, el feudo de Michel Guérard camino de Burdeos, pudieron constatar dos cosas: que la hija de Carolina estaba sola, puesto que de su actual pareja, Gad Elmaleh ni rastro. Y que Carlota podría estar de cuatro o cinco meses, pues su figura en ceñido bañador fucsia –imagen no fotografiada hasta el momento– evidenciaba unos cambios físicos notables, no sólo en la barriga sino también en el trasero.
Todo parece indicar que el hijo que espera llegará a palacio por Navidades. Ha sido precoz, como lo fue mamá Carolina, que se casó con Stefano Casiraghi embarazada de su hijo mayor, Andrea, y también estaba encinta de cinco meses de Alexandra cuando contrajo matrimonio con Ernesto de Hannover.
Los tiempos han cambiado y lo de las bodas ya no son necesarias para traer vástagos al mundo. Siempre que se haga con conocimiento de causa, no hay papeleo que valga. Lo malo es que muchas veces los hijos son fruto de una pasión descontrolada que aparece en esas vidas ociosas. Y, cuando se hace el amor sin protección pasa lo que pasa. Así, los ricos nacen cuando quieren, no como el resto de mortales que hacen el amor cuando pueden, preferentemente durante o tras las vacaciones. De ahí que las estadísticas apunten a que el mes que más partos acoge es el de julio. O sea, que los encargos se han hecho a principios de otoño.
El bebé de Carlota debe ser deseado, pues su pareja tiene ya 42 años y un hijo de diez. Ella lo de- be haber pensado muy bien tras ver como la cigüeña revolotea sobre palacio y alrededores.
Por un lado, está la no paternidad de tío Alberto, que a pesar de tener dos hijos (Jazmine y Albert) fuera del matrimonio, ninguno puede sucederle porque no han nacido en la corte. Su esposa Charlene parece que va a su aire y no aparenta tener prisa en darle un sucesor al bueno de Alberto, que recupera silueta tras unos años tendiendo a engordar.
Los bebés no llegan a palacio, pero sí a casa de los palaciegos residentes en el extranjero. Por ejemplo, a la casa londinense de los hippies Andrea y Tatiana, el hijo mayor de Carolina y su mujer, hija de los millonarios colombianos Santo Domingo. La pareja tuvo un bebé, Sacha, nacido a mediados de marzo de este año. Celebrándolo en plena calle se pudo ver a la pandi de los Mónaco brindado con champán y fumando puros. En el grupo, alguien que formó pareja un tiempo con Carlota, el joven millonario Alex Dellal, cuya hermana Alice salía con Pierre, el hermano menor de Carlota. Un idilio que no funcionó porque Pierre es un pulido estu- diante que de pequeño era El principito y de mayor ha seguido tutelado por Saint-Exupéry. Pierre dejó a la punk Alice y se enamoró de Beatrice Borromeo, que le pega mejor: ambos son guapos, estilosos, elegantes.
Alex se ennovió con la modelo Elisa Sednaoui, una egipcia bellísima, enigmática y comprometida como contó paseando por el
Andrea es papá, el ex de Carlota, también, y Margherita Missoni, íntima de la hija de Carolina, será mamá
Barri Gòtic de Barcelona. Elisa acaba de darle a Alex un hijo, Jack Zeitoun Dellal, y viven todos felices en Londres, donde él dirige su propia galería de arte.
Mientras, la más íntima de Carlota, Margherita Missoni, está a punto de dar a luz a su primer hijo, fruto de su boda con Eugenio Amos. Es una excepción, pues la pareja se apuntó a la normalidad de la clase media.