La Vanguardia

Noche de morbo y escabechin­a

- Alfred Rexach

Como todo el mundo sabe, aunque casi nadie lo confiese, el Gamper es un torneo devaluado. De todos modos, lo mismo puede decirse, por cierto, de los demás torneos estivales de fútbol.

Años atrás el Gamper era una minicompet­ición de cuatro equipos que casi siempre ofrecía buen fútbol y emoción sobre el resultado final. Pero un buen día algún astuto directivo del club –el Barça siempre ha tenido directivos muy astutos– decidió que al público se le podía dar la mitad por el mismo precio y el público, especialme­nte el socio, no protestaba, así que lo rebajaron a partido único.

Ahora el Gamper es la metadona que la directiva suministra al culé para que soporte el mono del parón de la Liga y de la Champions. Y, a pesar de todo, el Gamper conserva su encanto. Y más en ocasiones como la de anoche, cuando el equipo se presentaba con nuevo entrenador (tranquilos todos, que el Tata Martino es un experto y solvente profesiona­l; lo fue como jugador y lo es como entrenador) y, sobre todo, con el morbo de ver a Neymar jr., una magnífica y bien engrasada máquina publicitar­ia, de quien todos esperan que sea la nueva versión de los grandes cracks brasileños (Evaristo, Romário, Ronaldo, Ronaldinho) que tantas alegrías han proporcion­ado a los azulgrana, que anoche recibían un nuevo mensaje: “Nueva temporada, nuevos sueños”, que de eso se trata, de soñar.

En el Gamper de anoche, el primer saludo, el primer abrazo, fue para Tito Vilanova y, en el recuerdo, el insuperabl­e Ramallets, aquel portero mítico que era recibido con alegría, “Antoooniii­uuuuu”, cuando se situaba bajo el arco.

Ayer, para ese estreno de

De Neymar se esperan goles maravillos­os y que venda muchas camisetas

fiesta mayor, frente al Barça un equipo también histórico, nada menos que el Santos, el equipo de Pelé y, hasta hace bien poco, de un Neymar de quien se espera que lo reedite. Ayer el Barça tenía como rival al Santos brasileño, pre- cisamente el equipo al que Sandro Rosell –no olviden nunca las lazos emocionale­s de Rosell con Brasil– ha comprado, a precio de lingote de 997 quilates, a su gran estrella naciente, ese Neymar de quien se espera que marque goles maravillos­os y venda muchas camisetas.

El encuentro de Neymar con Messi (un brasileño y un argentino, ¿saben lo que eso significa en el fútbol latinoamer­icano?) era otro de los morbos de anoche en un Camp Nou que, a pesar de tantos alicientes, no llenó sus gradas.

Y del partido, poco más que contar. Para ponerse en ridículo, mejor que el Santos no hubiera hecho el viaje. Las presuntas pirañas brasileñas fueron anoche indefensos boquerones que el Barça devoró a bocados.

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ÀLEX GARCIA Minuto de silencio en memoria de Ramallets y de las víctimas del accidente de Santiago
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